CRÍTICAS
NACIONAL
El 'duende' de Fatma Said
Barcelona
Festival Life Victoria
Recital de FATMA SAID
Obras de Ravel, Goubert, Bizet, Berlioz, de Falla, García Lorca, El Din, Hankash. Kunal Lahiry, piano. Recinto Modernista de Sant Pau. 23 de octubre de 2020.
Había considerable expectación alrededor del debut de Fatma Said en Barcelona. Pese a su juventud y corta carrera, la soprano egipcia ya ha dado que hablar por sus destacadas apariciones en instituciones tan prestigiosas como La Scala de Milán, Concertgebouw de Ámsterdam o el Wigmore Hall de Londres, entre otras. Además, acaba de aparecer su primera grabación discográfica, El Nour, que aparecerá en noviembre en ÓPERA ACTUAL, medio al que la mediática cantante concedió una entrevista donde ponía de manifiesto su curiosidad musical y su poco interés en una carrera operística ortodoxa.
Prueba de ello fue el recital que ofreció en el festival Life Victoria, donde presentó un programa parecido al del CD, con una mezcla de repertorios francés, español y árabe cohesionados a través del concepto de orientalismo. El primer bloque, con obras de Ravel, Goubert, Bizet y Berlioz puso de manifiesto varios aspectos. Ante todo, que se está ante una cantante con duende. Fatma Said posee una personalidad musical y escénica que seduce, que hechiza desde el primer momento. La voz es de lírico ligera, pero en el centro se percibe un color con reflejos oscuros muy atractivo y el registro parece ser amplio tanto por arriba como por abajo.
Said parece sentirse muy cómoda en el repertorio francés, en el que exhibió exquisita pronunciación y afinidad estilística, como ya demostró en la inicial Shéhérezade, de Ravel, obra que también abre su nuevo CD, en ese caso acompañada excelentemente por Malcolm Martineau. Desafortunadamente, no fue el pianista inglés quien la acompañó en este recital, sino el norteamericano Kunal Lahiry, que en una obra tan exigente como la de Ravel se mostró limitado, lastrando un tanto el resultado final. La soprano aportó una concepción casi teatral, erigiéndose en una narradora involucrada y sensible. Una sensibilidad que, en algún momento, provocó que el fraseo y el juego de dinámicas roce el manierismo, sin llegar nunca al amaneramiento.
La cantante estuvo espléndida en Zaïde, de Berlioz, en la que se acompañó con las castañuelas, y en la evocadora canción de Bizet a partir de Victor Hugo Adieux de l’hôtesse arabe, con la que concluyó un brillante primer bloque. El segundo arrancó con las Siete canciones populares, de Manuel de Falla. La soprano es una declarada amante del repertorio español, en el que percibe paralelismos con la música de su país. De hecho, introdujo algunos giros expresivos orientales en pasajes de su elegante y equilibrada interpretación del ciclo, sin cargar las tintas y con una pronunciación más que aceptable.
En cambio, menos interés tuvieron las tres Canciones antiguas españolas, de García Lorca que interpretó y sobre todo una mal enfocada Tus ojillos negros, de Falla. A pesar de ello, el recital acabó por todo lo alto con las canciones de Sherif Mohie El Din y Najib Hankash que Said, literalmente, bordó. Una exhibición de recursos vocales, personalidad, sensibilidad y expresividad que inundó de emoción un auditorio que despidió, en pie, a una joven soprano que parece destinada al estrellato.
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