CRÍTICAS
NACIONAL
El delicioso canto de Marina Rebeka
Pollença
Festival de Pollença
Recital de MARINA REBEKA
Obras de G. Verdi, J. Massenet, G. Bizet, G. Puccini, F. Cilea, P.I. Chaikovsky. Mathieu Pordoy, piano. Convent de Sant Domingo, 17 de agosto de 2023.
Un elenco de grandes voces ha cantado en el Festival de Pollença a lo largo de sus 62 ediciones, algunos de ellos intérpretes míticos y que demuestran sobradamente el amor por los recitales líricos de este festival, que apuesta siempre por la máxima calidad, aunque sus características son las de una interpretación dentro de un claustro conventual, al aire libre, y por tanto con unas condiciones acústicas que necesitan atención. Las de este recital fueron excelentemente solventadas, la voz de Marina Rebeka y el piano de Mathieu Pordoy sonaron espléndidamente.
De Marina Rebeka cabe destacar su control vocal absoluto. Canta como una pequeña ave feliz, donde la voz se emite sin descanso con una proyección extraordinariamente potente pero nunca dura ni áspera. Su ataque es impecable, limpio y equilibrado; su voz conserva siempre un timbre personal que cabe destacar. Y si algo subyuga de su interpretación es el extraordinario y bellísimo rango dinámico, que controla desde su maestría interpretativa.
Porque Marina Rebeka no es solamente cantante, es una extraordinaria actriz. Dentro de lo que es un recital lírico de repertorio operístico, siempre se echa de menos el apoyo orquestal, los colores tímbricos que cada compositor diseñó para ese momento único de lucimiento vocal. Sin embargo, Rebeka tiene la capacidad de obviar este factor, es capaz de sumergirse en cada papel desde los primeros acordes; se nota su concentración en cada nuevo personaje presentado por el programa… Su interpretación dramática, como actriz, es siempre a través de su extraordinaria conexión con la propia voz. Es su canto el que refleja los diferentes personajes, y no su gesticulación o provocada dramatización.
Si se valora todo el concierto de Pollença, cabe incidir en una interpretación que desborda clasicismo. Clasicismo entendido como buen gusto, elegancia, control, contención… pero también la capacidad de expresar desde la maestría, del equilibrio, de la belleza pura del sonido. Tan acostumbrados hoy a las exageraciones, que el brillo de una interpretación cristalina, limpia y con gracia natural deja solamente el deseo de volver a sumergirse en ese canto delicioso.
El programa desplegaba parte del repertorio de Marina Rebeka: “Mercè, dilette amiche” de I vespri Siciliani conecta con su repertorio operístico actual. Parte del público se preguntó, después de esta primera aria, que era el que quedaba aún por venir… “Tu che la vanitá”, “L’amour est un oiseau rebelle” o “Un bel di verdremo” guardaban su turno. Espléndida Carmen, única y graciosa, cantada con personalidad y sin concesiones. “Quando m’en vo”, “In quelle trine morbide” y “Pace, pace mio Dio!” fueron las piezas finales de un recital único.
De la interpretación de Mathieu Pordoy, solamente cabe destacar una perfección absoluta. Como ejemplo de ello, en el “Duo et Mèditation” de Thaïs (segundo acto), nadie, nadie, absolutamente nadie, echó de menos el violín amado protagonista de tantas versiones. Su interpretación pianística llenó absolutamente todos los corazones. * Bàrbara DURAN, corresponsal en Mallorca de ÓPERA ACTUAL
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