CRÍTICAS
INTERNACIONAL
Impresionante debut italiano de Gregory Kunde en 'La forza'
Parma
Teatro Regio di Parma
Verdi: LA FORZA DEL DESTINO
Festival Verdi. Nueva producción
Gregory Kunde, Liudmyla Monastyrska, Amartuvshin Enkhbat, Annalisa Stroppa, Roberto de Candia, Marko Mimica, Andrea Giovanni, Marco Spotti. Dirección musical: Roberto Abbado. Dirección de escena: Yannis Kokkos. 18 de septiembre de 2022.
El 18 de septiembre se pudo asistir a la función Under 30 reservada a jóvenes y a parte de la crítica de la inaugural Forza del destino, en versión de La Scala 1869, que el día 22 abre oficialmente el Festival Verdi 2022. El reparto está encabezado por un Don Alvaro que debuta el papel en Italia a los 68 años después de haberlo cantado en Valencia en 2014: el tenor estadounidense Gregory Kunde, un verdadero fenómeno vocal. La trayectoria de este artista que en más de 40 años de carrera ha pasado de los roles de tenor contraltino de Rossini y del Fa sobreagudo de Arturo en Puritani a roles de spinto y tenor verdiano, es asombrosa y no tiene otros ejemplos en la historia reciente de la ópera. Kunde asume, con línea ejemplar de canto, también el repertorio que linda con el verismo o que lo representa directamente, como lo hará en su próximo debut de Cavaradossi en Tosca dentro de poco en la Ópera de Roma. Y eso sin que la voz pierda potencia y extensión, sin ofrecer atisbo alguno de senilidad, señal de que su técnica es pluscuamperfecta y el estado de sus cuerdas vocales las de un chaval treintañero. Su timbre nunca se ha privilegiado de un esmalte excepcional como el de Pavarotti o Aragall, pero lo que resulta una auténtica clase magistral es su canto siempre in avanti, con agudos in punta y squillo. A esto se suma una actuación escénica apabullante, gracias no solo a la mímica y soltura teatral, sino también al fraseo flameante, al sentido de la palabra cantada coherente, a la exposición y acento perfectos, a una musicalidad cristalina. Lo que pasó tras el aria «O tu che in seno agli angeli» es fácil de imaginar: apoteosis.
El barítono de Mongolia Amartushin Enkhbat, amado por el exigente público de Parma en roles verdianos, repitió su impresionante Don Carlos de Vargas que se pudo escuchar en el Maggio Florentino hace poco. Voz imponente, caudal de armónicos bien administrados, color aterciopelado y gama completa de sonidos a partir del grave hasta el agudo, su interpretación gana día a día, siendo cada vez más admirable y ejemplo de fraseo, acento y dicción también para los intérpretes de lengua madre italiana. Otro gran triunfador de la velada.
Liudmyla Monastyrska, soprano de Ucraina, fue una Leonora de gran empaque, por el caudal de voz y por la destreza que tiene en adminístrala ya sea con agudos lanzados con fuerza como flechazos o por sus encantadoras medias voces y pianisimos. Una línea de canto un poco más controlada, sin embargo, no estaría de más, así como una dicción más articulada. Con todo, excelente y muy festejada interpretación la suya.
Muy bien el Padre Guardian del bajo croata Markus Mimica; perfecta la distribución en esos roles a los que Verdi daba muchísima importancia: el Fray Meliton, interpretado con salero y solvente prestancia vocal por el barítono Roberto De Candia y la pizpireta, teatralmente muy eficaz Peziosilla de la mezzo Annalisa Stroppa, muy segura en todo el registro y, sobre todo, en la zona aguda, tan insidiosa en este rol. Mas que correcto el Trabuco del tenor Andrea Giovannini, un lujo disponer del bajo Marco Spotti para la parte del Marques de Calatrava y bien elegidos también el Alcalde de Jacobo Ochoa, la Curra de Natalia Gavrilan y el Cirujano de Andrea Pellegrini.
La Orquesta y el Coro del Teatro de Bolonia (coproductor del espectáculo), estuvo aquí a las órdenes de Roberto Abbado, un gran profesional y una batuta segura que ha ofrecido la versión de1869 para Milán. Menos afortunada resultó la parte teatral, con escenas, vestuario y regia de Yannis Kokkos, donde la dramaturgia de Anne Blanchard no se entiende de qué puede haber servido. Una lectura que se podría definir atemporal por pasar de los puñales a las metralletas Kalashnikov, con un vestuario con un poco de todo, desde las levitas a los chándales de gimnasia, una escenografía formada por siluetas torcidas vintage, luces sombrías, movimiento de masas casi inexistente manteniendo el coro apelotado en el escenario y sin una reconocible acción sobre los actores… * Andrea MERLI, crítico de ÓPERA ACTUAL
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