Dulce debut y aniversario de Ismael Jordi

Zaragoza

28 / 10 / 2020 - Miguel Ángel SANTOLARIA - Tiempo de lectura: 2 min

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Ismael Jordi El tenor Ismael Jordi durante un recital en el Teatro de La Zarzuela © Teatro de La Zarzuela

Teatro Principal

Recital de ISMAEL JORDI

Obras de Tosti, Cilea, Flotow, Donizetti, Turina, López, Vives, y Calleja, entre otros. Rubén Fernández Aguirre, piano. 26 de octubre de 2020.

Para celebrar los primeros veinte años de su trayectoria profesional, se presentó en Zaragoza el tenor jerezano Ismael Jordi, cuya agenda habitual incluye escenarios de primer nivel internacional. Acreditó una voz de tenor lírico ligero de un timbre sugestivo de buena técnica y musicalidad, con un estilo muy personal que recuerda a los tenores di grazia de principios del pasado siglo. Sus interpretaciones estuvieron llenas de expresividad y sentimiento. Maneja su instrumento con talento y arte musical.

"Sus interpretaciones estuvieron llenas de expresividad y sentimentalismo, ya que maneja su instrumento, no demasiado proclive en las notas agudas, con talento y arte musical"

Inició el concierto con cuatro canciones napolitanas de Tosti, consiguiendo un alto grado de expresividad, sobre todo, en L’ultima canzone, con un bellísimo scherzo. Continuó con tres arias de ópera, destacando «Tomba degli avi miei» de Lucia di Lammermoor, con ternura y delicadeza. Con personales matices de su tierra recordó a Turina en dos bellas creaciones andaluzas. El compositor de operetas, Francis López y a su mítico intérprete, Luis Mariano, fueron evocados en dos momentos llenos de ternura, delicadeza y expresión, de su obra Le chanteur de Mexico. Concluyó el recital con tres romanzas de zarzuela; destacando las «Granadinas» de Emigrantes, con bello fraseo, control y legato del sonido, evocando la creación bucólica que realizaba al respecto el inolvidable Tito Schipa.

En el apartado de bises, no faltó la romanza de Leandro de La tabernera del puerto, además de un recuerdo para su maestro, Alfredo Kraus, con el que estudió dos años, con la nada fácil aria de Werther.

Rubén Fernández Aguirre, fue un buen complemento al piano del tenor, interpretando con sutileza y buen dominio del instrumento, de forma individual, tanto el preludio de L’Arlesiana como un sugestivo popurrí con pinceladas de zarzuela.

Solo se permitió un 25 por cien de espectadores en la sala, pero supieron apreciar la calidad del evento, dado que se trataba de un público muy avezado y entendido en la materia belcantista.