Drama japonés al pie de la Acrópolis

Atenas

06 / 06 / 2023 - Ken SMITH - Tiempo de lectura: 4 min

Print Friendly, PDF & Email
GNO Butterfly Una escena de la producción de 'Madama Butterfly' de Olivier Py © GNO / Andrea SIMOPOULOS
GNO Butterfly Una escena de la producción de 'Madama Butterfly' de Olivier Py © GNO / Andrea SIMOPOULOS
GNO Butterfly Una escena de la producción de 'Madama Butterfly' de Olivier Py © GNO / Andrea SIMOPOULOS

Festival de Epidauro

Puccini: MADAMA BUTTERFLY

Nueva producción

Anna Sohn. Andrea Carè, Dyonisios Sourbis, Alisa Kolosova, Yannis Kalyvas, iamanti Ktitsotaki, Haris Andrianos, Petros Magoulas. Orquesta y Coro de la Ópera Nacional Griega. Dirección musical: Vassilis Christopoulos. Dirección de escena: Olivier Py. Odeón de Herodes Atticus, 1 de junio de 2023.

Tras dos temporadas con el aforo limitado debido a la pandemia, el Festival ateniense de Epidauro presentó una nueva producción de Madama Butterfly con una ocupación casi total, unas 5.000 plazas en el odeón de Herodes Atticus, un espacio para la ópera al aire libre situado al pie de la Acrópolis. La dirección de escena de Olivier Py, con escenografía y vestuario de Pierre-André Weitz, se adaptaba a la disposición circular del anfiteatro, con abundantes motivos circulares que reflejaban tanto el escenario como el cielo que lo cubría, con globos blancos de tamaño gigante imitando la luna. Menos convincente resultó la regia, más implicada en los apuntes de actitudes antiamericanas que en un concepto narrativo de mayor coherencia.

Pinkerton entra en escena con una botella de whisky de la que apenas se desprende. Todo el primer acto transcurre ante una concurrencia que apunta a la comercialización de Asia, pero que a la larga acaba pareciéndose a un grupo de sponsors de un evento deportivo. Tras el descanso, la ópera prosigue ante una fotografía ampliada en blanco y negro de la explosión atómica de Nagasaki. El blanco y negro dominaría también la escena con la notable excepción del rojo y azul del sombrero vaquero de Pinkerton y el colorista ornamento kabuki del tío Bonzo, una de las pocas sugerencias orientales de la producción. Un grupo de bailarines butoh apropiadamente blancos también se movió en medio de la trama con resultado discutible. Aparte de añadir una presencia física casi mágica al coro que cierra el segundo acto, la adaptación dancística de Daniel Izzo dio la impresión de ir en contra de la música pucciniana.

"La Suzuki de Alisa Kolosova fue musicalmente consistente, pero decepcionó en la vertiente escénica, dando más la sensación de estar representando a una viuda griega que a una criada japonesa"

Musicalmente, y por fortuna, el espectáculo ofreció una experiencia distinta. Con la orquesta situada detrás de la escena, el director Vassilis Christoipoulos dominó con firmeza la partitura y una discreta amplificación permitió que las voces de los solistas llegasen nítidas al público. El Pinkerton de Andrea Carè empezó con fuerza, pero acabó perdiendo cierta eficacia, como si su arrepentimiento influyera en su rendimiento vocal. Dyonysios Sourbis hizo un Sharpless imponente tanto vocal como dramáticamente en los momentos de administrar las malas noticias. La Suzuki de Alisa Kolosova fue musicalmente consistente, pero decepcionó en la vertiente escénica dando la sensación de estar representando a una viuda griega que a una criada japonesa.

Presidiendo el reparto, la Cio-Cio San de Anna Sohn compensó las deficiencias de la velada. Nacida en Corea y debutante en la compañía, brindó un auténtico toque asiático a la función y personificó los matices más humanos de la protagonista. Desde su presentación, con una peluca rubia parecida a la que luciría la Kate Pinkerton de Diamanti Kristotaki en el tercer acto, hasta su derrumbamiento final al sentirse rechazada por Pinkerton, Anna Sohn se mostró perfecta vocal y emocionalmente. Y a propósito de la ambientación circular de la escena, puede decirse que en esta propuesta todo se centraría en ella.  * Ken SMITH, crítico de ÓPERA ACTUAL