Dos óperas para el delirio de una mujer traumatizada

Múnich

07 / 02 / 2023 - Xavier CESTER - Tiempo de lectura: 4 min

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didoaeneas-erwartung-operaactual-bayerische (1) Una escena del doble programa de 'Dido and Aeneas' y 'Ertwartung' © Bayerische Staatsoper / Bernd UHLIG
didoaeneas-erwartung-operaactual-bayerische (1) Una escena del doble programa de 'Dido and Aeneas' y 'Ertwartung' © Bayerische Staatsoper / Bernd UHLIG
didoaeneas-erwartung-operaactual-bayerische (1) Una escena del doble programa de 'Dido and Aeneas' y 'Ertwartung' © Bayerische Staatsoper / Bernd UHLIG

Bayerische Staatsoper

Purcell: DIDO AND AENEAS / Schoenberg: ERTWARTUNG

Ausrine Stundyte, Günter Papendell, Victoria Randem, Rinat Shaham, Key’mon W. Murrah, Elmira Karakhanova. Dirección musical: Andrew Manze. Dirección de escena: Krzysztof Warlikowski. Nationaltheater, 4 de febrero de 2023.

El emparejamiento era bien singular: unir en un mismo espectáculo dos títulos tan dispares como Dido and Aeneas de Purcell y Erwartung de Schoenberg. El resultado final de esta nueva producción de la Bayersiche Staatsoper creaba una honda conmoción gracias sobre todo al talento combinado de Krzysztof Warlikowski, nombre habitual del teatro muniqués, y de la soprano Ausrine Stundyte. Unificando en un único personaje las protagonistas de las dos obras (ya ligadas de entrada por el abandono del ser amado), el director polaco se sumerge en el delirio de una mujer traumatizada, en el cual la frontera entre realidad y sueño se difumina.

Los diseños de Małgorzata Szczęśniak, colaboradora permanente de Warlikowski, trasladan al público a una cabaña en medio de un bosque inhóspito, un espacio móvil y divisible en dos secciones con una pantalla encima que permite seguir con más detalle, gracias a diversas cámaras, los movimientos en el interior de unos personajes con vestuario contemporáneo con algún toque de la década de 1970. Con los nervios a flor de piel, tomando pastillas cada dos por tres, Dido se muestra reacia ante la ligereza de Aeneas, pero sus terrores se incrementan ante la llegada de la troupe de la Hechicera, directamente surgida de una rave alucinógena, mientras que en el bosque proyectado al fondo del escenario aparecen unas figuras enigmáticas. Dido muestra a la cámara las desesperadas peticiones de auxilio que escribe en su libreta de notas. A los vídeos sugerentes de Kamil Polak hay que añadir la eficaz iluminación de Felice Ross, desde el rojo intenso de los personajes infernales a la blancura cegadora de la nieve que cae sobre el bosque. La caída en la locura es imparable y, blandiendo un cuchillo, Dido acaba envuelta por Belinda en un saco de dormir rojo, yaciendo en el suelo para que el resto de los personajes la vayan besando cuál bella durmiente.

Un puente entre la ópera de Purcell y el monodrama de Schoenberg es necesario, aunque solo sea por razones pragmáticas (permitir que salga el coro del foso y que entren los instrumentistas extra que la segunda pieza requiere). Con música electrónica de Pawel Mykietyn y coreografía de Claude Bardouil, la solución es un brillante despliegue de break dance a cargo de bailarines de la compañía bávara, mientras de fondo la cámara sigue por un túnel urbano repleto de grafitis hacia una luz a la que nunca se llega. En los momentos finales, Dido despierta para acabar a golpe de escopeta con el infiel Aeneas y su amante Belinda. Es el turno ahora de la anónima protagonista de Schoenberg, deambulando agitada por media cabaña, mientras en la otra mitad uno de los bailarines prepara una mesa para lo que parece un encuentro romántico. De fondo, la cámara sigue incesante por un camino nevado en medio del bosque por el que aparece de vez en cuando un ciervo. El círculo parece cerrarse cuando la mujer, Aenas y Belinda se sientan a la mesa, pero Dido aún tiene el cuchillo y se lo acerca al pecho mientras la música de Schoenberg se disuelve en el silencio.

"La inmersión en la mente inestable de la protagonista genera una zozobra emocional a la que no es ajena la prestación superlativa de Ausrine Stundyte"

Como siempre en el trabajo de Warlikowski, hay más preguntas que respuestas y algunos cabos sueltos: la caracterización de Aeneas no justifica las angustias de la protagonista y unir las figuras de la Segunda Mujer y la Segunda Bruja bajo el nombre de Venus (por otra parte, la madre de Aeneas en la mitología) no acaba de justificarse por lo que se ve en escena. Pero la capacidad para crear momentos tan hipnóticos como angustiosos brilla aquí más que en otras producciones del director polaco. La inmersión en la mente inestable de la protagonista genera una zozobra emocional a la que no es ajena la prestación superlativa de Ausrine Stundyte: a su inmenso talento como actriz, que Warlikowski explota aquí con más eficacia que en la Elektra de Salzburgo, cabe sumar la fuerza impactante de una mirada que la cámara realza. Dido improbable sobre el papel, la soprano lituana mostró en la obra de Purcell su inteligencia en el fraseo y su capacidad para explorar mil y un matices, culminando en un “When I am laid in earth” no por contenido menos desolador.

Como era de esperar, Schoenberg le permitió desplegar con mayor libertad su incisivo instrumento, sin por ello renunciar a los momentos más introspectivos de este sismógrafo emocional que es Erwartung.

Günter Papendell fue un Aeneas correcto, aunque gris (cierto que el papel tampoco da excesivas oportunidades de lucimiento), Rihan Shaham una brillante Venus y Elmira Karakhanova una jugosa Primera Bruja. Pero junto a Stundyte los cantantes que causaron mayor impresión fueron la soprano Victoria Randem, Belinda de voz luminosa, y el contratenor Key’mon W. Murrah, incisivo en el doble papel de Hechicera y Espíritu. Cierta contención en los tiempos unió las lecturas que hizo Andrew Manze de las dos partituras, sin dejar que por ello la tensión decayera. Si en Purcell consiguió que la orquesta hiciera un plausible trabajo de estilo (el coro, por su parte, estuvo magnífico), en Schoenberg la formación muniquesa siguió sin desfallecer al director británico por el tortuoso camino de la partitura, puntuado por erupciones volcánicas e inflexiones malsanas.  * Xavier CESTER, crítico internacional de ÓPERA ACTUAL