Doble elenco en la oscuridad del bosque

Madrid

21 / 12 / 2020 - Mario MUÑOZ - Tiempo de lectura: 2 min

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Don Giovanni Una imagen de la sombría producción de Claus Guth © Teatro Real / Javier DEL REAL
Don Giovanni Adrian Eröd (Don Giovanni), Marko Mimica (Leporello) y Federica Lombardi (Donna Elvira) © Teatro Real / Javier DEL REAL
Don Giovanni Adrian Eröd (Don Giovanni), Marina Monzó (Zerlina) y Cody Quattlebaum (Masetto) © Teatro Real / Javier DEL REAL

Teatro Real

Mozart: DON GIOVANNI

Reparto alternativo

Adrian Eröd, Goran Juric, Adela Zaharia, Airam Hernández, Federica Lombardi, Marko Mimica, Cody Quattlebaum, Marina Monzó. Coro y Orquesta Titulares del Teatro Real. Dirección: Ivor Bolton. Dirección de escena: Claus Guth. 20 de diciembre de 2020.

El segundo reparto reclutado en esta ocasión por el Teatro Real era completo, con cambios en todos los personajes, y no parciales como suele ocurrir. En este Don Giovanni renovado, ello afectó a determinados momentos en los que el engarce con la orquesta ha de ser fino y no llegó a serlo tanto (caso de «Fin ch’han dal vino», por ejemplo). El deambulante Don Giovanni de Adrian Eröd no es rutilante ni lo acaba de pretender; se adecúa, sin embargo, a esa visión decadente de Claus Guth y sobre las limitaciones físicas con las que arranca el montaje desarrolla su actuación. Algo escaso de volumen en ocasiones, pero con presencia escénica, tiró de oficio antes que de la seducción de su timbre. Buen segundo acto, cuanto todo se vuelve más fantasmal.

Su compañero de fatigas, el Leporello de Marko Mimica, arrancó un poco distante y con escaso fraseo en su presentación («Notte e giorno faticar»), aunque es cierto que es a él a quien más afecta el concepto escénico, que asfixia los ya de por sí muy medidos elementos cómicos que incluye Don Giovanni. Desde el aria del Catálogo en adelante fue imponiendo su voz bien colocada y su facilidad en la alternancia de registros.

"Perfecta la mezcla de inocencia, picaresca y despreocupación de la Zerlina de Marina Monzó, con su timbre puro y sentido de la musicalidad se convirtió en el foco de atención de toda escena en las que aparecía"

Perfecta la mezcla de inocencia, picaresca y despreocupación de la Zerlina de Marina Monzó, de las mejores actuaciones de la noche: con su timbre puro y sentido de la musicalidad se convirtió en el foco de atención de toda escena en la que aparecía. Por su parte Adela Zaharia construyó una Donna Anna inconformista con su destino, que le viene muy grande a su Don Ottavio. Un agudo privilegiado y la intención en la dirección del fraseo marcaron una buena actuación. Sin deslumbrar, pero con solvencia, estuvieron Federica Lombardi (una Donna Elvira apurada en las agilidades) y el bajo barítono Cody Quattlebaum, que sigue en su progresión ascendente. Airam Hernández defendió con elegancia uno de los papeles más ingratos de Mozart, Don Ottavio, no tanto por las dificultades sino porque al compositor se le transparenta la antipatía hacia él y banaliza su espacio. Al Comendador de Goran Juric le faltó presencia, como ocurre en la gran mayoría de montajes de este título. Es difícil estar a la altura de la muerte.

Ivor Bolton mejoró las prestaciones respecto al día del estreno, con una obertura ahora sí dramática y manteniendo tensiones y claroscuros. Fantástica la orquesta, en especial en la compleja escena final, en la cual confluyen tantas formas de entender el mundo, desde la despreocupación y superficialidad hasta el infierno de la conciencia de la sociedad.