Desenvuelto segundo y tercer ‘Turco’ con cambio de Fiorilla

Madrid

09 / 06 / 2023 - Mario MUÑOZ - Tiempo de lectura: 4 min

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Turco Madrid Una escena del reparto alternativo de 'Il truco in italia' © Teatro Real / Javier DEL REAL
Turco Madrid Una escena del reparto alternativo de 'Il truco in italia' © Teatro Real / Javier DEL REAL
Una escena del reparto alternativo de 'Il truco in italia' © Teatro Real / Javier DEL REAL

Teatro Real

Rossini: IL TURCO IN ITALIA

Reparto alternativo

Adrian Sâmpetrean, Sabina Puértolas / Lisette Oropesa, Pietro Spagnoli, Anicio Zorzi, Mattia Olivieri, Chiara Amarù y Pablo García-López. Coro y Orquesta titulares del Teatro Real. Dirección musical: Giacomo Sagripanti. Dirección de escena: Laurent Pelly. 1 y 12 de junio de 2023.

La sensible baja durante las dos primeras funciones de Lisette Oropesa en Il turco in Italia del Teatro Real ha trastocado un poco la idea de primer, segundo y tercer reparto, estrenando el papel Sara Blanch, y pasando así al segundo día la soprano Sabina Púertolas. Tiene su importancia, pero menos que en otros títulos, donde un cambio de Tosca o de Isolde modifican por completo el paisaje. Fiorilla es un papel dado a excesos por la naturaleza caprichosa de su personaje, pero Rossini le otorga mayor profundidad de la supuesta en un principio en su música, y Puértolas supo mantener ambos registros. Dentro de lo actoral, la coquetería y seducción de la soprano funcionaron sin esfuerzos, mostrándose natural en el flirteo, en la tragedia cotidiana del abandono y en el devaneo amoroso continuo con los múltiples amantes. Ser superficial sin serlo no es poco triunfo. En lo vocal cantó con gusto en las cavatinas germinales rossinianas, como en “Non si dà follia maggiore”, demostrando su habitual facilidad de agudos. También agilidad desenvuelta en las coloraturas —tan personales a veces del de Pésaro—, que van mucho más lejos que lo abiertamente atlético. Su gran momento fue una sensible “Squallida veste bruna”.

"Mattia Oliveri, con un papel mucho menos lucido que el resto de personajes, sacó petróleo de sus intervenciones, con un timbre aterciopelado y un trabajo sobresaliente a la hora de trasladar calor y color al recitativo"

Magníficos Selim (Adrian Sâmpetrean) y Don Geronio (Pietro Spagnoli). El primero por perfecta emisión y plenitud de sonido, a lo que sumó una divertida actuación tan llevada al extremo como coherente con el montaje de Laurent Pelly. Spagnoli bien podría valer de ejemplo de todo lo que se pide a un cantante en Rossini en particular o en la ópera bufa en general: preciso canto sillabato, fiabilidad en la afinación cuando aumenta la velocidad y emisión grande sin apenas invertir tiempo en la respiración. Un lujo. Poco que rascar de la actuación de Anicio Zorzi Giustiniani (Don Narciso), que cantó con gripe y el resultado acabó empañado. Mattia Oliveri, con un papel mucho menos lucido que el resto de personajes, sacó petróleo de sus intervenciones, con un timbre aterciopelado y un trabajo sobresaliente a la hora de trasladar calor y color al recitativo. La Zaida de Chiara Amarù y el Albazar de Pablo Gacía-López cumplieron con sus papeles y, sobre todo, con las exigencias del montaje. Lectura algo más coloreada que en el estreno de Giacomo Sagripanti, que siguió necesitando un punto más de desmelene para que la sonrisa aparezca más abiertamente y, como tantas veces con Rossini, se congele pronto por su fino sentido de la ironía.  * Mario MUÑOZ, corresponsal en Madrid de ÓPERA ACTUAL


 

Y, finalmente, Oropesa brilló

En el tercer reparto estaba la que iba a ser protagonista del primero, Lisette Oropesa, ya recuperada y con la voz en perfecto estado. Y, como era de esperar, todo funcionó como un guante, algo que suele ocurrir en los medidos montajes de Laurent Pelly. La Fiorilla de Oropesa es desenfadada, coqueta y cómica, todo ello en su justa (des)mesura. El absurdo que rozan las directrices escénicas en lo que respecta a la gestualidad encaja tanto con las coordenadas propuestas por la producción como con la vis cómica de la soprano estadounidense, que explota menos asiduamente de lo que nos gustaría.

Más allá de lo teatral, en el canto Oropesa estuvo soberbia: voz bien colocada, con la redondez que le da ese vibrato natural, facilidad, musicalidad, dramatismo fingido y un volumen más que sobrado para su papel. Parte de la dificultad de la escritura rossiniana en esta comedia radica no solo en la complejidad técnica sino en cuándo la exige el compositor. La escena final de Fiorilla es un despliegue imposible para esas alturas de la ópera, con sobreabundancia de agudos, filados de vértigo y despliegues extremos (para la época) de coloratura. La soprano consiguió levantar al teatro en esa última escena manejada desde el podio con mayor mordente por parte de Giacomo Sangripanti que en anteriores veladas, adecuándose a las capacidades de la cantante. Fin de un Turco agradecido, con grandes Fiorillas y un público que se despidió de los cantantes en pie y sonriendo. Cuánto se agradece una bien medida liviandad. * M. M.