'Der Freischütz' y los fantasmas de Tcherniakov

Múnich

15 / 02 / 2021 - Antoni COLOMER - Tiempo de lectura: 3 min

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Der Freischütz Cernoch, Prohaska y Schultz en 'Der Freischütz' © Bayerische Staatsoper / WILFRIED HÖSL
Der Freischütz Escena final de 'Der Freischütz' © Bayerische Staatsoper / WILFRIED HÖSL
Der Freischütz Una escena de 'Der Freischütz' dirigido por Tcherniakov © Bayerische Staatsoper / WILFRIED HÖSL

Bayerische Staatsoper

Weber: DER FREISCHÜTZ

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Pavel Cernoch, Golda Schultz, Anna Prohaska, Kyle Ketelsen, Tareq Nazmi, Balint Szabó, Boris Prýgl, Milan Siljanov. Coro y Orquesta de la Bayerische Staatsoper. Dirección: Antonello Manacorda. Dirección de escena: Dimitri Tcherniakov. 13 de febrero de 2021.

Pese al excelente nivel musical y vocal de este Der Freischütz procedente de la Bayerische Staatsoper, no cabe duda que lo más comentado por controvertido será la propuesta dramatúrgica y escénica firmada por Dimitri Tcherniakov. El artista ruso, que aparte de dirigir la producción firma todos los elementos visuales de la puesta en escena, posee un sello inconfundible que nunca deja indiferente, a veces para bien, otras para mal. Tcherniakov sitúa la acción de esta leyenda romántica en su habitual contexto burgués, en este caso en el de una empresa multinacional regida, como aquella sociedad rural legendaria, por sus propios códigos y relaciones de dependencia.

La lectura de Tcherniakov funciona a dos niveles. Por un lado, la trama original y, por otro, su propia dramaturgia que se revela absolutamente perturbadora. Ambos niveles por momentos se cruzan y a menudo divergen, creando situaciones en las que el contra texto es obvio convirtiendo la narración en un tanto confusa, pero también otras, como la escena final, que constituyen todo un hallazgo. Para Tcherniakov, los fantasmas de la leyenda romántica permanecen hoy en día, amenazantes, en el interior de cada uno de nosotros.

"El equipo vocal presentado por la Bayerische Staatsoper se puede calificar de modélico, empezando por una Golda Schulz extraordinaria que está escalando, de manera imparable, hacia el estrellato operístico"

El equipo vocal presentado por la Bayerische Staatsoper se puede calificar de modélico, empezando por una Golda Schultz extraordinaria que está escalando, de manera imparable, hacia el estrellato operístico. Posee una voz preciosa, amplia y aterciopelada en todas las franjas, los ataques y messa di voce son de una naturalidad, precisión y calidad insuperables y la línea de canto majestuosa. Un auténtico triunfo personal pese a que la producción de Tcherniakov acentúa, más si cabe, el protagonismo de Max por encima del de Agathe. A la notable actuación de Pavel Chernov solo le faltó un punto más de elegancia en el fraseo para mostrarse como el Max ideal. El instrumento es importante, bien timbrado y el cantante lo utiliza con facilidad. Se entregó decididamente a la propuesta del director de escena en todo momento, ofreciendo un retrato complejo del personaje y culminando su actuación con una escena final escalofriante.

Espléndido el resto del cast, empezando por el intenso Caspar de Kyle Ketelsen, de voz rotunda, dramática interpretación, precisas coloraturas en los difíciles pasajes de su aria y firmeza tanto en el agudo como el grave. Su juego de colores entre Caspar y Samiel en la escena de la Garganta del lobo fue de gran efecto.

La caracterización de Änchen en esta producción es más compleja de lo habitual y su relación con Agathe menos idílica. Anna Prohaska, con un impactante e inquietante look azul, dio consistencia a esta concepción de Tcherniakov cantando estupendamente su parte. Su voz, más ligera y puntiaguda, se diferencia y adapta perfectamente a la de Schulz y eso se notó positivamente en sus números de conjunto.

De auténtico lujo el Eremita de Tareq Nazmi, de voz profunda y bellamente timbrada; gran caracterización la de Balint Szabó como un arrogante e insufrible Kuno y perfectamente adecuados Boris Prýgl en el rol de Ottokar y Milan Siljanov en el de Kilian.

La Orquesta y el Coro de la Bayerische Staatsoper tiene acostumbrado a su público a un altísimo nivel, y lo volvieron a mostrar en esta ocasión. Antonello Manacorda evitó excesos románticos, firmando una versión contenida en las formas pero con momentos de extraordinaria fuerza dramática redondeando, así, un espectáculo controvertido pero, sin duda, estimulante.