CRÍTICAS
INTERNACIONAL
Demoniaca y conmovedora ‘Elektra’
Washington
Washington National Opera
Strauss: ELEKTRA
Christine Goerke, Sara Jakubiak, Katarina Dalayman, Ryan Speedo-Green, Stefan Margita. Dirección musical: Evan Rogister. Dirección de escena: Francesca Zambello. The Kennedy Center, 12 de noviembre de 2022.
Es conocida la preocupación que vislumbró Strauss durante la composición de Elektra para crear un personaje con una sicología bien diferenciada del carácter femenino para su ópera precedente, Salome. Tal vez menos conocido es la satisfacción que tuvo el compositor al comprobar que Elektra superó cualquier intento anterior en cuanto a la concentración de la forma y en la violencia de su intensidad. Para cualquier puesta en escena actual, la fuerza reside precisamente en la fidelidad a esta concepción de Strauss, todavía tan contemporánea, donde tanto los cantantes como el enrevesado tejido orquestal y la puesta en escena quedan, pues, al servicio de una obra monumental que condensa en poco más de 100 minutos una historia de venganza y violencia llevada en un gran crescendo a un sangriento desenlace.
En el epicentro del éxito del drama, sin duda, el dificilísimo papel de Elektra, desde su monólogo de partida, sin tregua ni descanso a nivel dramático ni vocal, hasta el paroxismo de su danza final. La soprano Christine Goerke –a quien aquí el público había escuchado en la temporada 2007-08 como Chrysothemis– dominó la evolución del personaje en todos sus matices y conmovió en su interpretación vocal con una voz de lujo por su volumen, color y flexibilidad. Estuvo muy bien secundada por la soprano Sara Jakubiak, una delicada y femenina Chrysothemis, excepcional en su intensidad en los dúos con su hermana de reparto. El macabro cara a cara de Elektra con su madre, Klytämnestra, llevó a uno de los momentos de mayor intensidad gracias a la convincente interpretación de Katarina Dalayman, quien exploró su registro más grave con inflexiones propias del ajado y dubitativo personaje. Finalmente, el encuentro de Elektra con su hermano Orestes reveló un momento de distensión tonal en el asfixiante drama para culminar la espiral de venganza por la muerte de su padre Agamemnon; la interpretación del bajo barítono Ryan Speedo-Green superó por mucho sus participaciones recientes en esta compañía con su imponente presencia vocal y dramática.
La breve intervención del tenor Stefan Margita como Aegisth cumplió su momento de ironía con solvencia y carácter, completando una noche de altísimo nivel en la escena y en el foso. El director titular, Evan Rogister, quien optó por la instrumentación con dos arpas y sin celesta, mantuvo el pulso en la escena con atenta batuta a las brillantes intervenciones de los solistas y al enrevesado tejido de la masa orquestal.
El ingenioso y colorido vestuario del diseñador Bibhu Mohapatra inspirado en la Grecia antigua y los decorados de inspiración modernista de Erhard Rom hicieron el resto en la producción de Francesca Zambello que ofreció un marco idóneo para el éxito visual de la ópera en una conjunción de fuerzas que no se ven tan a menudo en este escenario. Al término de la función se celebró una emotiva ceremonia por la cual la embajada de Francia otorgó la Orden de las Artes y de las Letras a Christine Goerke. * Esperanza BERROCAL, corresponsal en Washington de ÓPERA ACTUAL
CRÍTICAS RELACIONADAS