CRÍTICAS
INTERNACIONAL
Delirio excelso de Kagel
Bonn
Teather Bonn
Mauricio Kagel: STAATSTHEATER
Nueva producción
Yannick-Muriel Noah, Marie Heeschen, Giorgios Kanaris, Tobias Schabel, Kieran Carrel, Anjara I. Bartz, Ludwig Grubert, Heloise Gilhofer, Laszlo Helbling. Dirección: Daniel Johannes Mayr. Dirección de escena: Jürgen R. Weber. 4 de octubre de 2020.
Días después del estreno de Staatstheater de Kagel en 1971 en Hamburgo, el teatro fue amenazado por «puristas de la ópera» con bombas y ataques personales. Hoy se ven cosas realmente horribles y el público ni levanta las cejas. ¿Cómo es posible? El compositor Mauricio Kagel respondía a la sugerencia de Pierre Boulez de quemar los teatros de ópera con una obra casi imposible de describir como ópera, pero, sin embargo, a 49 años de distancia se ve claramente como tal.
La trama es entendible, pero cubierta a propósito de varias capas disparatadas que traen a la luz las convenciones más absurdas del género, y el final, cae justamente en ese molde convencional de ¿un final feliz? Es una obra que se renueva cada vez que se presenta. En este caso, los personajes permanecen con sus nombres originales: Jefe Salvavidas, Intendente, hijo del Jefe Salvavidas, Hija de Intendente, Médico Independiente, Jefe de Oficina. La narración es una historia básica de amor prohibido, el Hijo del Jefe Salvavidas se enamora de la Hija de la Intendente. A través de enormes situaciones cómicas en las que se ven los viejos espíritus operísticos de Carmen, Hamlet, Guillermo Tell, Boris Godunov y muchos otros, los enamorados son asesinados. Sigue una escena lamentosa y por fin son resucitados y se llega al imprevisto y rápido final feliz. ¿Un disparate? Sí y no, es una obra muy bien pensada, bordeando y a veces pasando al ridículo, pero no más ridículo que algunas de las producciones que se ven hoy en día y pasan por serias.
Kagel no usa palabras sino sonidos. Los cantantes son obligados a usar esos sonidos en forma expresiva y con gestos. Queda demostrado quando el Jefe de Salvavidas aparece en un trampolín movible al canto de schmeee… schmeeeee?… Y la Intendente responde con un lírico iooooo miiiiiiiioooooooo, y así se arma una conjunción de sonidos y gestos operísticos convencionales para justamente mostrar los instrumentos que hacen de la ópera un género tan particular. En esta exuberante producción de Jürgen R. Weber la acción transcurre por 110 minutos llenos de acción coreografiada al más mínimo detalle, un capolavoro impresionante y siempre interesante. Musicalmente es un septeto con trompa, tuba, timbales y cuerdas que transita sobre plataforma con ruedas y participan de la acción. La dirección de este espectáculo tan intenso debe también tener humor y Daniel Johannes Mayr dio justamente eso más un total dominio de una partitura muy compleja que debe haber requerido muchas horas de ensayo. Funciones de esta obra fundamental no ocurren espontáneamente como Aida o La Traviata, por eso cuando aparecen hay que verlas para seguir aprendiendo como funciona este género. Diez puntos a Bonn.