CRÍTICAS
NACIONAL
De Tommaso, un tenor como los de antes
Peralada
Festival Castell de Peralada
Recital de FREDDIE DE TOMMASO
Festival de Pascua
Obras de Schubert, Gounod, Puccini, Verdi, Cilea, Frank, Tosti y otros. Audrey Saint-Gil, piano. Iglesia del Carmen, 8 de abril de 2023.
El tenor anglo-italiano Freddie de Tommaso puso punto y final a la primera edición de Pascua del Festival de Peralada que, durante tres días consecutivos, ha llenado la Iglesia del Carmen con una triple oferta de recitales y conciertos de pequeño formato. En esta última cita, el tenor lírico-spinto, acompañado de la pianista y directora Audrey Saint-Gil, ofreció una velada que combinaba piezas sacras, arias de ópera y canciones napolitanas.
El repertorio, efectivamente, no tenía un hilo conductor coherente, pero, pese a la diversidad de estilos y compositores, quedó claro que todas las piezas se escogieron con un objetivo común: que De Tommaso pudiera lucir sus mejores dotes. Y así fue. El tenor, de tan solo 29 años y ya consolidado en los principales coliseos líricos de Europa, destacó por su emisión poderosísima y colmada de armónicos, que no escatimó nunca en decibelios y gallardía. Así, apoyándose en una resonancia carnosa y un sonido vibrante, el cantante, que reconoce en el legado de Franco Corelli o Enrico Caruso sus principales inspiraciones, recordó el arte a la manera de los grandes de su cuerda del siglo pasado.
Y, con estas bases siempre presentes, en la primera parte, centrada en el repertorio religioso, De Tommaso solventó con nota todas sus intervenciones, desde el Ave Maria de Gounod sobre los arpegios de Bach que abrió el recital, hasta el prolongado “Ingemiso” del Requiem verdiano, pasando por el delicado “Panis angelicus” de César Franck o el lamento afectado de “Pietà, signore”, de Stradella-Mingardo. En todas las arias de origen religioso el tenor no buscó cautivar el público tratando de emular el ambiente intimista y místico más propio del Lied, sino que quiso emocionar a través del poder del volumen y la exuberancia de la proyección.
Lo mismo sucedió en la selección de fragmentos de la segunda parte, que comenzó con Puccini –con la romanza “Sole e amore” y el aria “Che gelida manina” de La Bohème– y siguió con Musica prohibita de Gastaldon, en la que De Tommaso sufrió un leve resquicio que mismo asumió con una sonrisa. Bellini y Tosti, además de O sole mio y Core ’ngrato como propinas, certificaron un recital ciertamente impactante, pero, que, al final, resultó un tanto monótono y en el que hubo un par de cambios y añadidos fuera de programa que no se anunciaron. Si bien es cierto que De Tommaso no obvió por completo el gusto por el fraseo y la musicalidad de los reguladores en sus interpretaciones, sin duda predominaron los golpes de efecto a través de la capacidad de fiato, la potencia sonora o la presión de glotis. Por eso, aunque cada intervención impactó por si sola, a su actuación, puesta en conjunto, le faltó una mayor riqueza de matices expresivos y una tonalidad de recursos vocales más extensa. * Aniol COSTA-PAU, crítico de ÓPERA ACTUAL
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