La escuela de los amantes a las faldas de un volcán

Berlín

14 / 10 / 2021 - Cocó RODEMANN - Tiempo de lectura: 3 min

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cosifantutte-operaactual-berlin 2 Federica Lombardi (Fiordiligi) y Marina Viotti (Dorabella) © Staatsoper Berlin / Matthias BAUS
cosifantutte-operaactual-berlin 2 Una escena de la producción de Vicent Huguet © Staatsoper Berlin / Matthias BAUS

Staatsoper Unter den Linden

Mozart: COSÌ FAN TUTTE

Inauguración de la temporada

Federica Lombardi, Marina Viotti, Cyula Orent, Paolo Fanale, Lucio Gallo, Barbara Frittoli. Dirección de escena: Vicent Higuet. Dirección musical: Daniel Barenboim. 3 de octubre de 2021.

La Staatsoper Unter den Linden despertó del letargo obligado por la Covid con un arranque de temporada en normalidad para vacunados, curados y con prueba PCR negativa. En noviembre se pondrá a la venta el aforo completo del programa 2021-22 ante la certeza de que las autoridades sanitarias no volverán a imponer  el cierre de teatros y medidas de distancia.

Y así, con un lleno como no se vivía desde hacía ya casi dos años, inhalando sin filtros la música que emanaba del foso y las voces con las que los solistas de Così fan tutte perfumaron el aire, se vivió el estreno de la producción que reemplazará a la de la cineasta Doris Dörrie. Casi veinte años ha tardado la Staatsoper en actualizar esta ópera de Mozart, cuya trama sitúa Vincet Higuet en una isla dominada a lo lejos por un volcán.

"La mezzosoprano Marina Viotti, con una cálida, brillante y muy segura encajó perfectamente en el papel de Dorabella"

El regista aborda el libreto como una secuencia de eventos que conducen a la liberación sexual, la de las hermanas Fiordiligi y Dorabella, infieles con sus propios novios, Guglielmo y Ferrando. El vestuario forma parte de la historia de 1968 , hippies con melena, collares y pantalones acampanados aunque ni fuman marihuana ni beben cerveza. Todo en esta producción es romanticismo: cielos azules o estrellados, flores, velas y cactus, como en la Palma, un ambiente perfecto para dejar que hable el corazón.

La dirección de Daniel Barenboim contribuyó a la coherencia de la producción, muy al estilo de la Staatsoper, sin extravagancias. Contribuyó con su batuta a la mediación y el equilibrio entre una escena sin estridencias y un partitura desconcertante en la que los dúos se convierten en tríos y así sucesivamente.

En esos dos planos aparentemente irreconciliables, el reparto de cantantes selló lo que en sí mismo es una unidad artística. La mezzosoprano Marina Viotti, con una voz cálida, brillante y muy segura encajó perfectamente en el papel de Dorabella. Fue el contrapunto perfecto a su hermana escénica, Fiordiligi, papel interpretado de la soprano Federica Lombardi: su interpretación del «Come scoglio» y del «Per pietà» fue muy aplaudida por el público, prendado de su potencia y proyección en los agudos.

Lucio Gallo, el Don Alfonso entre cínico y misógino, bordó el personaje e igualmente placentero fue escuchar los pianissimi del  tenor Paolo Fanale (Fernando) en su versión de «Un’aura amorosa» y en la famosa cavatina del segundo acto y contando con una excelente Barbara Frittoli como Despina.  * Cocó RODEMANN, crítica en Berlín de ÓPERA ACTUAL