Aclamada ‘Manon’ de Sagi y Puértolas

Santiago de Chile

13 / 11 / 2022 - Juan Antonio MUÑOZ - Tiempo de lectura: 4 min

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manon-operaactual-municipal (1) Sabina Puértolas (Manon) y Galeano Salas (Des Grieux) en el estreno de la producción en Chile © TMS / Patricio MELO
manon-operaactual-municipal (1) Sabina Puértolas y Manel Esteve en el estreno del montaje © TMS / Patricio MELO
manon-operaactual-municipal (1) Una escena de la nueva producción de Emilio Sagi con vestuario de Pablo Núñez y escenografía de Daniel Bianco © TMS / Patricio MELO

Teatro Municipal de Santiago

Massenet: MANON

Nueva producción

Sabina Puértolas, Galeano Salas, Manel Steve, Patricio Sabaté, Homero Pérez-Miranda. Dirección musical: Maximiano Valdés. Dirección de escena: Emilio Sagi. 10 de noviembre de 2022.

Tras los años de pandemia, sumada a la crisis política y social de que ha vivido Chile desde 2019, la ópera se vio sumamente restringida en Santiago, pero ya se ve la luz al final del túnel. Tras algunos títulos ofrecidos en forma de concierto, al fin el Teatro Municipal pudo presentar un espectáculo con todos los elementos propios del género. La alegría de los asistentes fue evidente, expresada en un prolongado aplauso al término de la función. Lamentablemente la sensación de inseguridad que afecta a la capital ha incidido en que una parte del público no se atreva a trasladarse al centro de la ciudad, donde está el coliseo.

"La soprano española Sabina Puértolas fue un puntal vocal y dramático, y supo habitar las facetas tan diversas del personaje"

Pero quienes asistieron a esta Manon pudieron disfrutar de un título que regresaba al Municipaldespués de 41 años de ausencia. Al frente de la Filarmónica de Santiago, Maximiano Valdés, en un repertorio de su total dominio, exprimió la riqueza melódica de la partitura y supo destacar la imaginación del compositor y relevar la belleza de los preludios. Fue bellísimo como, en la llamada «Aria del sueño» («En fermant les yeux»), Valdés generó, bajo las líneas vocales, un clima poético cautivador. Su dirección, además, fue respetuosa con las voces y centrada en la intimidad de la escritura orquestal creó una atmósfera transparente que permitió escuchar y disfrutar de muchas frases instrumentales solistas que suelen perderse. Fue puntilloso en los tiempos durante el tan vertiginoso tránsito musical que impone la profusión de diálogos breves de los secundarios.

La acción se desarrolló sin problemas sobre un curioso espacio único en tonos verde-azulados que contenía cuatro módulos móviles de escaleras para las diversas escenas (escenografía de Daniel Bianco), que sirvieron al régisseur Emilio Sagi para crear algunos cuadros de belleza escultórica en la escena del Cours-la-Reine, con personajes a diversas alturas. Esto facilitó el desarrollo teatral del acto segundo, más íntimo, y que exige que las parejas Manon-Brétigny y Lescaut-Des Grieux tengan conversaciones en paralelo. Muy bien conseguido el desarrollo abigarrado del salón de juego en el Hôtel de Transylvanie, de tan complejo armado teatral y musical. Un gran aporte fue la iluminación de Eduardo Bravo, que supo plasmar el ambiente emocional de cada momento. Todo esto vestido por Pablo Núñez, cuyos trajes son un lujo de imaginación y factura.

Sabina Puértolas fue un puntal vocal y dramático como Manon y supo habitar las facetas tan diversas del personaje; fue la joven ingenua e irresponsable del primer acto; la mujer que siente compulsión por el lujo y la vida cómoda y que, aunque sufre, abandona a su amante en el segundo; la encarnación de la frivolidad y la seductora implacable, en el tercero; el símbolo de la corrupción, en el cuarto, y en el quinto, quien expía sus culpas con la muerte. Representar ese arco expresivo no es fácil y Puértolas, que es una soprano lírico-ligera que no posee una voz deslumbrante, sí tiene algo mucho más importante: sabe decir y adecuar la intensidad de su fraseo al desarrollo psicológico de rol. Supo lucirse en los sobreagudos y en la coloratura y no le faltó peso en los momentos más dramáticos; de hecho, su canto tuvo la fuerza esperada en la escena de Saint Sulpice, donde además causó gran impresión al descubrir su belleza ante el novicio Des Grieux. Fue entrañable la forma en que encaró la doliente «Adieu, notre petite table»,.

Al comenzar la función se explicó que el joven tenor mexicano Galeano Salas estaba aquejado de un cuadro alérgico, pero que había resuelto cantar. No hubo nada que temer. Ganador en 2018 del Grand Prix del Concurso Éva Marton y actual miembro de la Ópera de Múnich, es un cantante destinado a una destacada carrera internacional por la belleza de su timbre y su musicalidad, su noble línea de canto y su innata capacidad para cincelar las frases. Si trabaja mejor los reguladores y busca los claroscuros y las medias voces, sin duda su Des Grieux será modélico. Estuvo notable en sus comprometidas arias («En fermant les yeux» y «Ah! fuyez») y en el gran dúo de Saint Sulpice.

El Municipal de Santiago consiguió un reparto excelente para esta producción, comenzando por el Lescaut del barítono Manel Esteve, buen actor y sólido cantante. Todos los comprimarios estuvieron a la altura y, como siempre, el Coro del Teatro que dirige Jorge Klastornick tuvo una actuación impecable en lo vocal y en lo escénico.  * Juan Antonio MUÑOZ, corresponsal en Santiago de Chile de ÓPERA ACTUAL