CRÍTICAS
INTERNACIONAL
Con Iphigénie se hizo el milagro
Atenas
Olympia - Teatro Municipal Maria Callas
Gluck: IPHIGÉNIE EN TAURIDE
Nueva producción
Soula Parassidis, Philippe-Nicolas Martin, Juan Francisco Gatell, Yammis Selitsaniotis, Maria Novella Malfatti, Chrysanthi Spitadi, Florent Leroux-Roche. Dirección musical: George Petrou. Dirección de escena: Thanos Papakonstantinou. Teatro Pallas, 18 de marzo de 2023.
Una huelga de estudiantes ocupó la mayor parte de los teatros de Atenas y, con ellos, el Olympia Maria Callas que debía presentar esta nueva producción de Iphigénie en Tauride firmada por Thanos Papakonstantinou, con George Petrou, en el podio. La situación apuntaba con casi total seguridad la cancelación de las funciones de este título, pero gracias a la pericia de su director artístico, el francés Olivier Descotes, se produjo el milagro. Consiguió mover a último momento toda la producción del Olympia al Pallas –un teatro no apropiado para ópera, sin foso, acústicamente cuestionable—, y con ensayos aquí y allá y huelga entre medio del día previsto del general, se pudo ver una Iphigénie de alta calidad.
En el contexto de la celebración del centenario del nacimiento de Maria Callas, en el Olympia han querido conmemorar esta efeméride con cinco producciones dedicadas a la memoria de La Divina. “Abrimos este ciclo con la única ópera griega que cantó”, apunta Descotes en declaraciones a ÓPERA ACTUAL. “Callas cantó al menos 17 veces en el Olympia, debutando a los 15 años en el sobrecogedor papel de Santuzza en Cavalleria rusticana. Para los griegos, el Olympia está asociado para siempre a ella, un mito que sigue muy presente en estos muros y, por eso, la ciudad de Atenas lo bautizó con el nombre de Maria Callas”.
La propuesta firmada por Papakonstantinou sitúa la acción en un mundo subterráneo y salvaje. En la obra de Eurípides y en el libreto de Gluck, lo bárbaro es un término que se utiliza repetidamente y es clave en la propuesta del regista griego, quien transmite la barbarie como un mundo salvaje, una tensión que espera su resolución y subraya el trágico destino de Iphigénie. Los extranjeros vienen del mundo exterior y todos de blanco, en señal de pureza y civilización. Orestes y Pylades, grandes amigos, son aquí algo más, y los tauros son miembros de la tribu subterránea con un rey Thoas ataviado como jefe –y donde el humo es un protagonista constante—. Un ballet de street dancers intentó, aunque sin éxito, encajar en la propuesta escénica que culminó con una efectiva aparición de la diosa Diana.
Musicalmente hubo un poco de todo, aunque primando el buen hacer. El director griego George Petrou, considerado un gran especialista en el repertorio y con el diapasón a 432, consiguió momentos de sublime belleza, como en el dúo de Orestes y Pylades “Et tu prétends encore que tu m’aimes”, destacando las delicadas cuerdas y unas formidables maderas. En su mano todo fluyó, convirtiéndose en uno de los puntales de este milagro.
La soprano greco-canadiense Soula Parassidis, dotada de un timbre voluptuoso y de amplio registro, dibujó una Iphigénie de gran calibre dramático, aunque con alguna desafinación en la zona de paso y un control irregular del fiato. Los grandes cantantes de la noche fueron, sin duda, Juan Francisco Gatell como Pylades y el Orestes de Philippe-Nicolas Martin. El primero hizo gala de un fraseo elegantísimo y una musicalidad excelsa, amén de una dicción impecable. Martin gustó mucho, también, por un timbre evocador y por su entrega dramática. Igualmente llamó mucho la atención la soprano italiana Maria Novella Malfatti con una sensacional Diana. Un acierto poner los subtítulos en la lengua original, aparte del griego, que deberían seguir otros teatros. * Albert GARRIGA, crítico de ÓPERA ACTUAL
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