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Con 'Bolena' el LAC reafirma su puesto en la lírica suiza
Lugano
Lugano Arte e Cultura
Donizetti: ANNA BOLENA
Marco Bussi, Carmela Remigio, Arianna Venditelli, Luigi De Donato, Ruzil Gatin, Paola Gardina, Marcello Nardis. Dirección musical: Diego Fasolis. Dirección de escena: Carmelo Rifici. 10 de septiembre de 2023.
Que Lugano haya regularizado la presencia lírica por tercera vez ya es motivo de alegría. El auditorio LAC, que tardó diez años en acoger una ópera después de su inauguración, ha visto este semana el estreno en su escenario de Anna Bolena con Diego Fasolis en el podio y Carmelo Rifici en la regia. Si el año pasado, Rifici firmó una Traviata algo errática, en esta ocasión se tomó alguna licencia para dotar de mayor dramatismo la fatídica historia de la esposa de Enrique VIII, casi siempre con aciertos.
En la obertura, dos operarios que parecían limpiar una pared, en realidad estaban dibujando el rostro de la protagonista, como símbolo del amor del pueblo por la soberana. También se quiso remarcar la brutalidad con la que gobernaba el rey, mostrando sangrientas torturas, propias de un matadero de animales. Por lo demás, todo tintado de una pátina muy lúgubre, siguió fiel al libreto, desde la primera escena, hasta el cadalso, proporcionando un magnífico trabajo de actores.
La estrella del Tesino, Fasolis, reinventó su formación de músicos con instrumentos de época, I Barrochisti, por I Classicisti, por darle evolución a su conjunto de música antigua. Ya se le conocen los tics al maestro suizo, pero aquí, quizás, fueron a más. Tempi extremos, desde acelerados a muy lentos; intentó cuidar un sonido que se le escapaba, sobre todo en los metales, que una trompa solista que trajo serios problemas de afinación; con todo, es un director que busca también en la teatralidad de la partitura para ofrecer una lectura dinámica, musical y dotada de dramatismo. Su Bolena resultó un poco torpe, en líneas generales, pero muy efectiva escénicamente y sin renunciar, en ocasiones, a momentos de gran lirismo.
Carmela Remigio en el rol protagonista le ocurriría algo similar: en sus aproximaciones belcantistas más dramáticas, como en Lucrezia Borgia o Norma, el fraseo y el canto legato son muy elegantes y la coloratura es sólida, pero su instrumento carece del peso y la robustez necesaria en los extremos del registro. A su lado, despuntó con luz propia, el tenor ruso Ruzil Gatin, quien cosecharía el mayor éxito de la velada: de voz excelentemente proyectada, con agudos sólidos y brillantes y un control de la coloratura admirable, buscó en la pirotecnia de Rubini el lucimiento de un papel que suele quedar relegado a una segunda fila. Sin duda, lo mejor de esta producción.
La italiana Arianna Venditelli pecó de poca sutileza como Seymour y arremetió como pudo el dúo “Va infelice a teco reca”, no sin antes pasar de puntillas por su aria “Oh! Dove mai ne andarono”. Por su parte, Marco Bussi (Enrico VIII), no dotó de la contundencia vocal que el personaje reclama, forzando el registro grave y sin proyección en los agudos. Muy bien anduvo el Smenton de Paola Gardina, de voz voluptuosa y de gran estilo. Luigi de Donato fue un solvente Rochefort, a pesar de un instrumento sin mucho interés e imposible resultó el Hervey de Marcello Nardis, de proyección constantemente forzada. * Albert GARRIGA, crítico de ÓPERA ACTUAL
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