CRÍTICAS
NACIONAL
Clío y Lojendio, la metamorfosis de una diva
Santiago de Compostela
Real Filharmonía de Galicia
Fernando Buíde: A AMNESIA DE CLÍO
Estreno absoluto
Raquel Lojendio, Sebastià Peris, Marina Pardo. Dirección: Paul Daniel. Dirección de escena: Marta Pazos. Auditorio de Galicia, 10 de noviembre de 2019.
Gracias al apoyo de la Fundación BBVA a este proyecto, concediendo al joven compositor compostelano Fernando Buíde la Beca Leonardo a Investigadores y Creadores Musicales en 2017, se pudo asistir a la representación de esta nueva ópera en gallego, obra que también se ha podido ver el día 12 en el Teatro Colón de A Coruña y, ya en versión de concierto, el 14 en el Auditorio Municipal de Ourense.
La obra llevaba gestándose dos años en los que participaron sinérgicamente el dramaturgo orensano Fernando Epelde, el compositor santiagués Buíde y la directora artística de Voadora, la pontevedresa Marta Pazos, quien recientemente estrenó la ópera Je suis narcissiste en el Teatro Español de Madrid; ha estado también muy implicado en el impulso y gestación del proyecto el propio director titular de la RFG, el británico Paul Daniel.
El punto débil de esta ópera radica en el libreto de Epelde, muy confuso y poco concreto; en él se pretende recorrer la vida de la actriz porno y política italiana Cicciolina y su progresiva transformación en Clío, musa de la Historia en una vorágine que permita, en clave feminista, la entrada de la mujer tanto en la alta política como en el mundo del arte: Clío/artista frente a Bush/político; Bush/artista frente a Clío/gobernadora política. El proceso enfrenta a Clío a personajes reales, como el aludido expresidente norteamericano George Bush hijo en su doble faceta de político y pintor, que lleva a cabo el tenor valenciano Sebastià Peris; o a la canciller alemana Angela Merkel y a la ex sargenta norteamericana en la guerra de Irak, Leslie Zimmerman, estando en la piel de ambas la mezzosoprano cántabra Marina Pardo.
La multipremiada Pazos, en su doble condición de directora de escena y de escenógrafa confeccionó un trabajo soberbio, diseñando los decorados que se construyeron en el Centro Dramático Galego. Se trataba de un díptico escenario de acciones simultáneas, uno en verde evocador de acciones artísticas (estudio de pintura de Bush; Museo del Prado; sala de pujas) y otro en rojo con acciones políticas (despacho Oval de la Casa Blanca; recepción de Putin a Merkel); buscó un movimiento cuasi cinematográfico. Esto implicó que la ópera era en gran medida visual y convenía verla representada, perdiendo muchos enteros en su versión de concierto.
La directora movió eficazmente a solistas y coro, así como la coreógrafa Rut Balbís lo hizo con las partes bailables; dos bailarines gemelos (Diego Buceta y Fran Martínez) reflejaron los dos mundos, el de la política y el del arte, pero no se terminó de entender que abrieran la ópera desnudos y siguieran así buena parte del recorrido final. Muy buena la iluminación de José Álvaro Correia y el vestuario de Pier Paolo Álvaro.
Lojendio, extraordinaria
Dice el compositor que esta obra pretende ser, ante todo, teatro musical, mientras que Pazos califica la música de etérea, con carácter onírico y casi divino. Estas características fueron puestas de manifiesto maravillosamente por la RFG en las manos de Daniel, asistido por Pablo Devigo. Los tres actos, veinte escenas y sus 100 minutos de duración sin pausa, fluyeron con tímbricas sorprendentes y sugerentes, destacando la gran presencia de la sección de percusión, campanas, vibráfono o tam-tam y también arpas como prolongación sonora de las armonías del resto de la estupenda orquesta. Aunque la calidad musical de la obra supera, con mucho, la calidad del texto, el encaje prosódico resultó inconexo y forzado, sin que tampoco existieran líneas cantables fácilmente memorizables.
Extraordinaria la soprano canaria Raquel Lojendio, quien dominó todas las facetas del personaje de Clío: cantó, actuó e, incluso, demostró sus dotes de bailarina a la perfección. La partitura fue compuesta para ella, según manifestó Pazos. También interpretaron y cantaron de forma notable Peris y Pardo sus respectivos roles, así como el compostelano Orfeón Terra A Nosa, que dirige Miro Moreira, que se involucró y empastó perfectamente, especialmente la sección masculina, dentro de un discurso global que bascula entre zonas de una tradición más tonal y otros momentos más atonales, más quebrados. El público, por su reacción final, empatizó y gozó con la primera ópera de Buíde y todos los intérpretes.
La producción la firma la compañía compostelana de creación de vanguardia Voadora, que debutó así en el género lírico, en coproducción con el Consorcio de Santiago-Real Filharmonía de Galicia (RFG), Xunta de Galicia, Xacobeo 2021, la Asociación de Amigos de la Ópera de Santiago, y otras muchas entidades públicas y privadas. En este 2019 en el que el Auditorio de Galicia cumple 30 años de existencia, este estreno absoluto es todo un acontecimiento, y así lo reflejó el lleno total del recinto.
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