CRÍTICAS
INTERNACIONAL
Christof Loy planta cara al desánimo pandémico con Rimsky-Korsakov
Frankfurt
Oper Frankfurt
Rimsky-Korsakov: LA NOCHE DE NAVIDAD
Nueva producción
Georgy Vasiliev, Julia Muzychneko, Enkelejda Shkoza, Alexey Tikhomirov, Andrei Popov. Dirección musical: Sebastian Weigle. Dirección de escena: Christof Loy. 5 de diciembre de 2021.
Una ópera como La noche de Navidad de Rimsky-Korsakov y una producción como la presentada por la Ópera de Frankfurt han supuesto un bálsamo necesario, un antídoto perfecto para el desánimo que puede cundir ante el actual embate de la pandemia y las amenazas de nuevas restricciones que extendieron una sombra sobre el estreno en el teatro alemán (aforo reducido, acceso con certificado de vacuna y prueba negativa hecha el mismo día). Estrenada en 1895 con un libreto del propio compositor basado en un cuento de Gógol que ya inspirara a Chaikovsky (Rimsky esperó hasta después de su muerte para componer la obra), La noche de Navidad es uno de los títulos menos frecuentes de su autor, pese a su innegable atractivo musical, de fuerte raigambre folklórica. La trama une elementos cristianos y paganos bajo una mirada de maravillada admiración por la naturaleza, encarnada en el resurgimiento del sol tras el solsticio de invierno, complementada por toques costumbristas. El herrero Vakula emprende, con la ayuda forzosa de un travieso demonio, la búsqueda de los zapatos de la zarina, la prenda de amor que le exige la caprichosa Oksana. Por supuesto, todo acaba bien.
Con buen tino, Christof Loy evitó en su montaje tanto una ilustración hueca como una relectura cínica del cuento, manteniendo, con su habitual depuración visual, toda la magia del relato, incluyendo el vuelo de diversos personajes. La escenografía de Johannes Leiacker era un gran marco blanco como la nieve invernal punteado por luces como las estrellas que roban el demonio y la bruja Solocha, con la inclusión puntual de una luna gigante, mientras que el vestuario contemporáneo de Ursula Renzenbrink daba paso a una colorista recreación de la corte de Catalina la Grande. El humor no faltó a la cita, en especial en la vodevilesca escena en que Solocha esconde en sacos uno detrás de otro a sus cuatro pretendientes, y si la coreografía de Klevis Elmazaj convenció más como refuerzo de la acción que en los dilatados pasajes orquestales en que tomaba protagonismo, la perfecta iluminación de Olaf Winter realzó con calidez el cántico al milagro de la Nochebuena con el que se cierra el tercer acto.
La dirección musical de Sebastian Weigle atendió con mimo a la rica escritura orquestal de Rimsky-Korsakov, llevando con buen tino el ritmo de la representación y corrigiendo, en la segunda parte, los ocasionales desajustes entre foso y escena. El reparto reunía voces invitadas, básicamente del Este, con miembros de la compañía de Frankfurt. Georgy Vasiliev fue un Wakula de timbre terso y fraseo de ardiente lirismo, bien secundado por la Oksana luminosa, de canto ágil, de Julia Muzychenko, flamante segundo premio en el reciente Concurso Montserrat Caballé. Enkelejda Shkoza explotó a placer un suculento registro de pecho en una Solocha irresistible, Alexey Tikhomirov fue un Tschub de cavernosa rotundidad, el Demonio de Andrei Popov compensó con buenas dosis de histrionismo una afinación no siempre precisa, Bianca Andrew fue una altiva Zarina, y Anthony Robin Schneider (Panas), Sebastian Geyer (Alcalde), Peter Marsh (Diácono) y Thomas Faulkner (Pazjuk) ofrecieron viñetas impecables.
En el coro final todos los personajes se unieron, bajo un retrato de Gógol, en una loa al genio del poeta, enviando el público a la fría noche de Frankfurt con ánimos renovados. * Xavier CESTER, corresponsal internacional de ÓPERA ACTUAL
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