Christie y Les Arts Florissants, hacer arte con el alma

Oviedo

19 / 04 / 2021 - Diana DÍAZ - Tiempo de lectura: 4 min

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William Christie William Christie © Gran Teatre del Liceu / Antoni BOFILL

Auditorio Príncipe Felipe

Concierto de LES ARTS FLORISSANTS

Conciertos del Auditorio

Obras de Le Jeune, De Guédron, Moulinié, Lambert y Boesset. Emmanuelle de Negri, Anna Reinhold, Cyril Auvity, Marc Mauillon y Lisandro Abadie. William Christie, dirección musical y clave. 13 de abril de 2021.

La afición musical asturiana esperaba con expectación el regreso de Les Arts Florissants al ciclo de Conciertos del Auditorio de Oviedo, con William Christie en la dirección musical. Después de tres años de espera, el conjunto recaló en Oviedo con solistas vocales de primer nivel, más una formación instrumental compuesta por dos violines, viola da gamba, tiorba y clave para hacer las delicias del público. Les Arts Florissants recrearon una velada cortesana con una selección de canciones del siglo XVII poco habitual en los programas de concierto. Una delicatessen con la que evadirse y una muestra de que la música, en constante renovación y descubrimiento, no debe acallarse, con su poder para conectar a las personas. No en vano, Les Arts Florissants ofrecieron una actuación en plena comunión con el público asturiano, que sin duda sintió esa capacidad de los grandes artistas, de hacer música con el alma.

"Pura delicadeza fue el diálogo entre la noche y el sol de Moulinié en las voces de Anna Reinhold y Lisandro Abadie, con un canto ornamentado de expresión muy natural, apoyados por los diálogos con los instrumentos"

Para ello, la selección de Air de cour franceses fueron las perlas del collar del programa; una selección de canciones de origen profano sobre el amor y el dolor y escenas pastorales, de compositores poco conocidos para la sala. Por medio de esas perlas se comprueba la riqueza de este repertorio barroco, ya en el tercer volumen de este tipo de programa, con diferentes combinaciones de los solistas, que lucieron su arte de manera individual y también juntos. «Rossignol mon mignon» de Claude Le Jeune fue un buen ejemplo para admirar el quinteto de voces con calidad de texturas y, sobre todo, «Que dit-on au village?» De Guédron, con la dramatización del conjunto para romper esquemas sobre el relato que se acelera con mucho humor.

Pura delicadeza fue el diálogo entre la noche y el sol de Moulinié en las voces de Anna Reinhold y Lisandro Abadie, con un canto ornamentado de expresión muy natural, apoyados por los diálogos con los instrumentos. Con «O che gioia ne sento mio bene» se comprueba la imaginación de Moulinié en estas canciones, con Reinhold entonando a la alegría, con flexibilidad de medios vocales. Así como con «O doux sommeil», momento inolvidable, con el terceto de voces masculinas perfectamente fundido, logrando una sonoridad como llegada de otra esfera, mientras que, en la progresión de la pieza, parece celebrarse el abandono al destino.

Otro momento de magia especial fue «N’espérez plus mes yeux» de Boesset, con toda la dulzura en la voz de Emmanuelle de Negri, que encontró un eco perfecto en Myriam Rignol a la viola da gamba y Thomas Dunford a la tiorba, llevando éste gran parte del peso del concierto, siempre atento a las indicaciones y reacciones de Christie, quien desde el clave parecía contemplar los frutos de un trabajo de quilates. Tampoco pasó desapercibido Dunford en el acompañamiento de «Dans le lit de la mort» de Moulinié, una especie de súplica en forma de canción estremecedora. Otro momento de emoción íntima fue «Quel espoir de guérir» de Guédron, que permitió a Abadie lucir su timbre, con momentos muy sutiles y otros inquietantes, con riqueza de matices. Cada parada del programa fue un hallazgo musical, como la inventiva de «Lorsque j’étais petite garce» de Guédron, para lucimiento de Cyril Auvity, con una dicción muy clara para apreciar toda la sonoridad de sus líneas. En un abanico de emociones, la canción «Cessez mortels de soupirer» de Guédron supuso otro momento de especial sensibilidad en la voz de Marc Mauillon, cantando al amor con todas sus aristas. «Tout l’Univers obéit à l’Amour» de Lambert y «Bien qu’un cruel martyre» de Guédron fueron las dos propinas de un concierto reconocido con largos minutos de aplausos en la sala.