CRÍTICAS
INTERNACIONAL
Castellucci se lleva al Polo a la ninfa Dafne
Berlín
Staatsoper Unter den Linden
Strauss: DAPHNE
Nueva producción
René Pape, Anna Kissjudit, Vera-Lotte Boecker, Magnus Dietrich, Pavel Černoch. Dirección musical: Thomas Guggeis. Dirección de escena: Romeo Castellucci. 19 de febrero de 2023.
La historia de Dafne ha sido objeto de numerosas representaciones en el arte, la música y la literatura. Richard Strauss también se inspiró en ella para una de sus últimas óperas, que, dicho sea de paso, nunca le satisfizo. No es de las más representadas del compositor, pero la Staatsoper Unter den Linden ha apostado por este relato sobre el amor y la naturaleza, poniendo su producción en manos del muy aclamado Romeo Castellucci.
Dafne se estrenó en Dresde en 1938 como una tragedia bucólica en un acto. En el mito griego, Dafne, hija del dios del río Peneios, es acechada por el enamorado Apolo; en su huida deja que su padre la convierta en un árbol de laurel. Apolo quiere meter la mano en sus cabellos y tiene hojas de laurel en las manos. Desde entonces la corona de laurel tuvo sentido. El mito de la inocencia florida fue uno de los materiales más populares en los inicios del género operístico, pero Strauss quería aportar más psicología al mito, con Dafne retirada de la sociedad en la naturaleza y, encima, convertida en parte de un triángulo amoroso asesino.
El regista italiano sitúa la trama en un paisaje en el que nieva sin parar; felicitaciones, en esta ocasión, a los virtuosos de la precipitación de la Ópera Estatal, que han conseguido la proeza de construir una ráfaga de copos en la que ni un solo cristal de hielo resbala por la garganta de los cantantes. En un momento dado hay incluso una pequeña pelea de bolas de nieve. Excepto eso, que nieva y nieva, no pasa nada. El público, sin embargo, no protestó: aplaudió la dirección por la fama que le precede a quien la firma y por la desolación social y global que el activista Castelluci critica con su activismo. Premió el cliché y el aburrimiento.
Thomas Guggeis, considerado en ocasiones como posible sucesor de Daniel Barenboim, dirigió con un sonido orquestal sinfónico delicado. Desgraciadamente, sin embargo, Guggeis no pareció poseer un sentido claro de los tempo de la pieza.
La soprano Vera-Lotte Boecker, premiada desde hace tiempo en Berlín, ha sido, por así decirlo, una Dafne de la puerta de al lado. Su hermosa voz, aromáticamente brillante, se vuelve cada vez más punzante en el transcurso de la representación, que dura menos de dos horas, y, al final, suena casi como Despina. El papel es demasiado dramático para ella, pero fue muy celebrada por el público. Se dijo que el director de escena habría preferido tenerla desnuda en el paisaje nevado… No le convenció la idea. Incluso ligeramente vestida, rápidamente queda claro que su Dafne es una joven extremadamente vulnerable, que se protege del duro mundo de los hombres y que prefiere entablar una relación simbiótica con un árbol estéril. Vera-Lotte Boecker utilizó su grácil voz de soprano maravillosamente, pero el papel, cada vez más dramático, sin embargo, se tornó más difícil para ella. Anna Kissjudit estuvo vocalmente impresionante como la madre Gea. René Pape, como el padre Peneios, no estuvo a la altura de las expectativas.
El problema de la obra de Strauss son los dos exigentes papeles de tenor. Leukippos (antaño un espléndido papel de Fritz Wunderlich y Peter Schreier) es en realidad un personaje demasiado duro para un cantante del Opera Studio como Magnus Dietrich. A Pavel Černoch, por su parte, le faltaron las notas agudas necesarias como Apolo.
Castellucci puede ser un valor en sí mismo, pero relacionar una expedición polar con el original de Richard Strauss es difícil de entender. Los cantantes, sin duda, están muy comprometidos con la propuesta, pero nada se puede hacer cuando prima la idolatría por un director de culto muy publicitado y ¿sobrevalorado? Aparte de los gastos de nieve… Aquí no ha pasado gran cosa. * Cocó RODEMANN, corresponsal en Berlín de ÓPERA ACTUAL
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