'Carmen', única y solvente apuesta pucelana

Valladolid

15 / 05 / 2023 - Agustín ACHÚCARRO - Tiempo de lectura: 3 min

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Carmen Calderón Una escena de 'Carmen' en Valladolid © Teatro Calderón
Carmen Calderón Una escena de 'Carmen' en Valladolid © Teatro Calderón
Carmen Calderón Una escena de 'Carmen' en Valladolid © Teatro Calderón

Teatro Calderón

Bizet: CARMEN

Nino Surguladze, Jean-François Borras, Tommaso Barea, Jaquelina Livieri, Paula Mendoza, Cristina del Barrio, Luis López Navarro, Omar Lara, Jan Antem, Emmanuel Faraldo. Coro Calderón Lírico. Coro Voces Blancas de Valladolid. Dirección de escena: Jean-Louis Grinda. Dirección musical: Sergio Alapont. 10 de mayo de 2023.

Esta ha sido una Carmen con suficiencia en prácticamente todas las facetas. En lo escénico, el montaje de Jean-Louis Grinda sirvió para evitar farragosas esperas en los cambios de cuadro. Dos simbólicos muros curvos movibles daban forma al exterior de una plaza de toros, y al abrirse o cerrarse plasmaban los diferentes espacios escénicos de la trama, al tiempo que servían como metáfora de los estados de ánimo de los personajes. Eso sí, es cierto que el escenario se quedó a veces algo pequeño cuando estaban la mayoría de los intérpretes. En el montaje hubo detalles que no quedaron del todo resueltos, como cuando el personaje de Carmen se enfoca desde la perspectiva de una mujer que sufre violencia de género.

En lo musical, el maestro Sergio Alapont se decantó por subrayar la melodía, a veces de manera algo premiosa, como ocurrió al comienzo de la ópera y en arias tan destacadas como “La fleur que tu m’avais jetée”. No ahondó en exceso en los colores más oscuros, presentes desde el inicio, e intensidad y ritmo tardaron en aparecer de manera evidente; de hecho, casi no lo hicieron hasta el último acto. Se notó que se contaba con una sólida formación como la Orquesta Sinfónica de Castilla y León, si bien a veces pareció que se requerían más componentes, de manera especial en las cuerdas. Aquí, jugó sin duda sus bazas la deficiente acústica de la sala, que no solamente empobrece el sonido, sino que se escucha de forma muy diferente según qué lugar se ocupe.

"Jaquelina Livieri moldeó su Micaela desde el canto, forjando así un personaje capaz de manifestar sus contradicciones, huir del carácter más ingenuo del papel"

Jaquelina Livieri moldeó su Micaëla desde el canto, forjando así un personaje capaz de manifestar sus contradicciones, huir del carácter más ingenuo del papel y saltar por encima de su manera de entender la vida por amor. Y esto lo consiguió con un gran dominio del legato, allí donde se impone la melodía, empuje, y una voz redondeada y plagada de colores. Nino Surguladze fue la otra cara de la moneda, con un canto más lineal que apoyó en la actuación la base de su carácter; fuera por lo que fuera, resultaron algo desdibujados, sin la carga irónica necesaria, momentos como su escena con Don José en la taberna de Lillas Pastia. En el acto final, eso sí, su aportación creció en dramatismo.

El tenor Jean-François Borras abordó con gusto los momentos más líricos, aunque tendió a blanquear los agudos, mientras que, cuando su personaje se volvía más dramático, el esfuerzo hizo que surgieran algunas tensiones. Paula Mendoza, Frasquita, y Cristina del Barrio, Mercedes, dieron protagonismo a sus personajes, tanto sobre la base de su forma de cantar como por su manera de actuar. Caben destacar sus intervenciones en la escena de las cartas y en el quinteto junto a Carmen, Remendado y Dancario, encarnados los dos últimos, de manera muy plausible, por Emmanuel Faraldo y Jan Antem. A estos añadir la labor de Luis López, como Zuñiga y el Escamillo de Tommaso Barca, que se caracterizó por una voz uniforme.

El Coro Calderón Lírico, que dirige Sergio Domínguez, alcanzó un nivel muy apropiado en el último acto, y antes cumplió, aunque a veces, máxime cuando se dividía, precisó contar con mayor número de voces. Por su parte, el Coro de Voces Blancas, al frente del cual está Clara de los Ojos, tuvo una actuación convincente, realizada con mucha soltura. La bailarina Irene Olvera rayó a gran altura, dando con su expresividad plástica la medida del drama.

Con esta Carmen el Teatro Calderón cumplió con la idea de representar una ópera –con tres funciones– una vez por temporada. Se demostró que esta fórmula ha alcanzado un nivel que será complicado superar si no se programan más representaciones y se crean –o se refuerzan– las infraestructuras necesarias. Esto supondría apostar por un futuro que permita dar un salto de calidad. Quizá, volver a las tres funciones, dos de ópera y una de zarzuela, podría ser un camino a retomar.  * Agustín ACHÚCARRO, corresponsal en Valladolid de ÓPERA ACTUAL