CRÍTICAS
INTERNACIONAL
Buenos Aires: Frescura y novedad sin excesos
Teatro Colón
Donizetti: DON PASQUALE
Nueva producción
Nicola Ulivieri, Jaqueline Livieri, Santiago Martínez, Darío Solari, Mario de Salvo. Coro y Orquesta Estable Teatro Colón. Dirección: Srba Dinic. Dirección de escena: Fabio Sparvoli. 1 de octubre de 2019.
Esta nueva producción de Don Pasquale, obra que como tantas veces se ha señalado, compone con El barbero de Sevilla de Rossini y el Falstaff verdiano el terceto de óperas bufas italianas más sobresalientes del siglo XIX, permitió apreciar nuevamente la belleza y sutileza del mejor estilo donizettiano. Ultima ópera completa compuesta por el compositor italiano en 1843, mantiene desde la fulgurante obertura hasta la fantasía conjunta de su epílogo, un grado de calidad inconmovible.
Don Pasquale permite una variedad de posibilidades en cuanto a su escenificación como así también en su ubicación en el tiempo. Apoyándose en ese criterio, Fabio Sparvoli, especialista en actualizaciones escénicas, combinó vestuario moderno con elementos de la época del estreno, y brindó oportunidad al personaje principal para que deje de ser solamente un vejete picarón e ingenuo para ser un adulto mayor muy centrado en la vida contemporánea, con muchas ganas de dejar de ser célibe. La reconocida endeblez del libreto favorece esta variable.
La dirección musical del aquí debutante Srba Dinié, permitió el lucimiento de la orquesta estable y en todo momento mantuvo un alto nivel y adecuada coordinación con el escenario. De la misma manera, solistas y coro se lucieron en todas sus intervenciones.
El joven Nicola Ulivieri en el rol central, fue un bien afiatado personaggio que satisfizo tanto en las arias como en los dúos y se manifestó romántico y soñador, como así también sufrido marido ultrajado. Histriónica, saltarina, de voz poderosa y escénicamente muy agradable, Jaqueline Livieri representó a la presunta exmonja trasuntada en vedette y prepotente esposa. Verdadero hallazgo, contando además con el físico del rol ideal. Ese mismo alto nivel fue el de Santiago Martínez como Ernesto, el vapuleado y luego reivindicado novio: desde su bellísima aria inicial “Sogno suave e casto” o en su lánguido sollozo por tener que abandonar a su prometida, mostró la perfecta sonoridad de su voz de tenor ligero y figura y movimientos acordes. Muy satisfactorio igualmente el Dr. Malatesta de Darío Solari, un rol para destacarse que fue asumido con mucha calidad. Ese cuarteto central fue debidamente acompañado por los demás integrantes del elenco.
La escenografía, profusamente repleta de escaleras y con ciertos movimientos un tanto extraños, se adecuó a una dirección escénica por momentos contradictoria con el libreto o bien con contrastes posiblemente buscados, pero sin duda llamativos. Un solo ejemplo: toda la segunda escena del primer acto se desarrolla en un rincón del escenario. Allí Norina, el Dr. Malatesta, las ayudantes de Norina, la presunta piscina, y demás mobiliarios se amontonan sin mayor sentido, impidiendo de paso que un tercio de los espectadores puedan ver la acción.
Apenas detalles en una versión muy digna aceptada por el público que con verdadero agrado participó de la frescura y alegría que la ópera trasmite.
CRÍTICAS RELACIONADAS