Buen teatro, sensacional 'Agrippina'

Sevilla

17 / 02 / 2020 - Juan José ROLDÁN - Tiempo de lectura: 3 min

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Una imagen de la cinematográfica producción firmada por Mariame Clément © Teatro de La Maestranza / Guillermo MENDO
Matthew Brook y Alicia Amo, ambos extraordinarios en sus papeles © Teatro de La Maestranza / Guillermo MENDO
Ann Hallenberg maravilló dando voz al personaje protagonista © Teatro de La Maestranza / Guillermo MENDO

Teatro de La Maestranza

Händel: AGRIPPINA

Ann Hallenberg, Matthew Brook, Alicia Amo, Xavier Sabata, Renata Pokupic, Joao Fernandes, Antonio Giovannini, Valeriano Lanchas, Serena Pérez. Dirección: Enrico Onofri. Dirección de escena: Mariame Clément. 11 de febrero de 2020.

Convencieron los argumentos de la directora escénica Mariame Clément para convertir estas intrigas palaciegas en argumento de culebrón americano de la década de los ochenta del siglo pasado, con el imperio petrolífero de Dallas y la sofisticación rayana en lo hortera de Dinastía como principales adalides. Convence además sin echar mano de las peregrinas excusas utilizadas en la presentación de la ópera, que aseguran que la mujer de hoy tiene los mismos obstáculos para acceder al poder que antaño y que eso justifica que hoy deba articular intrigas y enredos parecidos. Todo un disparate inadmisible y una idea a desterrar inmediatamente, sin perjuicio de que tan solo treinta años atrás aún se caracterizara a la mujer poderosa como arpía manipuladora e insensible.

"En lo vocal la función rozó la perfección, con prácticamente todos sus intérpretes dando lo mejor de sí, con Ann Hallenberg interpretando con precisión, muy buen gusto y una facilidad abrumadora para frasear y moldear la voz a discreción"

Toda la voluptuosidad y exuberancia de Händel quedó retratada de forma sensacional en esta briosa interpretación de Enrico Onofri y la Orquesta Barroca de Sevilla, con momentos sublimes como esos sforzandi trágicos que acompañaron el “Lusinghiera mia speranza” de Xavier Sabata en el primer acto. Una cuerda grave poderosa y un continuo ejemplar lograron una lectura espléndida, con solos extraordinarios de la violonchelista Mercedes Ruiz en piezas como “Pur ritorno a rimirarvi” de Matthew Brook, o del oboe doliente en “Voi che udite” de Sabata en el acto segundo, y prestaciones excelentes del resto de familias.

En lo vocal la función rozó la perfección, con prácticamente todos sus intérpretes dando lo mejor de sí, desde Ann Hallenberg interpretando con precisión, muy buen gusto y una facilidad abrumadora para frasear y moldear la voz a discreción, que encontró en el célebre “Pensieri, voi mi tormentate!» su punto culminante, y eso que tanto a ella, como al resto del elenco, se les obligó a realizar múltiples y endiabladas piruetas teatrales a lo largo de la función, incluidos fortuitos y fogosos encuentros sexuales con los que debió ser muy difícil concentrarse en el bel canto. Portentosa en timbre y coloratura, Hallenberg lideró sin duda un reparto en el que también brilló Xavier Sabata, que mantuvo una milagrosa homogeneidad de registro y línea de canto durante toda la función, sin quiebro alguno y consiguiendo también en lo teatral una actuación ejemplar. Suyos fueron algunos de los momentos más conmovedores de la noche, tan apropiados a un personaje, el de Otón, que representa la épica nobleza varonil.

Al igual que Hallenberg, Matthew Brook también consiguió aunar en su actuación, tanto vocal como teatral, cinismo y humor negro, expresando a la perfección la inmoralidad del poder, y logrando con “Io di Roma” toda la omnipotencia necesaria que también desprende “Cade il Mondo», además de autocomplacencia. La mezzo Renata Pokupic convenció como un necio Nerón y triunfó en su aria de bravura “Come nube che fugge”, potenciando su carácter frágil e inseguro frente a la tiranía que caracterizaría al personaje posteriormente. Correcto estuvo el bajo João Fernandes, no así el contratenor Antonio Giovannini, que exhibió una voz a menudo estrangulada, así como una actuación muy afectada, solo redimida en su solo del acto segundo “Spererò, poi che mel dice”, bien atacado, con emotividad y precisión.

Punto y aparte merece Alicia Amo, que ha experimentado un notable progreso en su arte, afrontando con absoluta entrega su papel de Poppea con la justa medida de picardía y frescura, unas agilidades vocales fuera de discusión y un timbre aterciopelado y esponjoso que hizo de cada una de sus intervenciones una delicia, incluidas sus divertidas inflexiones de voz en su carta de presentación, “Vaghe perle, eletti fiori”. Las breves intervenciones de Valeriano Lanchas y Serena Pérez dando vida a una singular Juno reconvertida en realizadora televisiva, no ­desmerecieron del resto del brillante elenco.