Breve historia del 'Lied'

Madrid

16 / 12 / 2020 - José María MARCO - Tiempo de lectura: 3 min

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Polenzani Matthew Polenzani en un momento del recital © CNDM / Rafa MARTÏN
Polenzani Matthew Polenzani en un momento del recital © CNDM / Rafa MARTÏN

Teatro de La Zarzuela

Recital de MATTHEW POLENZANI

XXVII Ciclo de 'Lied' del CNDM

Obras de Franz Schubert, Robert Schumann, Francis Poulenc y Carles Ives. Julius Drake, piano. 14 de diciembre de 2020.

El tenor norteamericano Matthew Polenzani presenta una brillante carrera en ópera belcantista y mozartiana, donde ha dado vida a los grandes personajes del repertorio, como Ferrando, Tamino, el Duque de Mantua o Nemorino. De entrada, no es una ventaja para el Lied, que requiere intimidad e intensidad distinta, menos volcada al exterior.

"Polenzani barrió cualquier reparo desde el primer minuto, con una preciosa interpretación de 'Im Frühling' de Schubert, matizada, sutil, perfecta en la dicción y en la que la voz aérea facilitaba la expresión sentimental"

Sin embargo, Polenzani, barrió cualquier reparo desde el primer minuto en su debut en el ciclo del Lied, con una preciosa interpretación de Im Frühling (En primavera) de Schubert, matizada, sutil, perfecta en la dicción y en la que la voz aérea facilitaba la expresión sentimental. Predominaron aquí las canciones de tono ligero, casi alegre, con una elegante versión de Der Einsame (El solitario) y otra expresiva, y muy pensada, de la conocida Ständchen (Serenata). El tono cambió con Im Abendrot, aunque no hacia la desesperación romántica, sino hacia la serenidad del atardecer y la afirmación final de la vida, con un fraseo y una línea melódica impecablemente sostenidos.

Fue una buena transición para lo que venía después, con lo que empezó a quedar claro que Polenzani había organizado una muy selecta antología para una breve historia del Lied. Fueron las miniaturas del Liederkreis, Op. 24 de Schumann, siempre imprevisible, entre la queja y la adoración absoluta (a Clara, cómo no), con la presencia algo más que intermitente del final y la muerte. Polenzani pudo lucirse en todos los registros, desde el más lírico al más dramático, con declamaciones resueltas en suspiros, interminables notas mantenidas en filado y una extrema sutileza en los cambios de color. El ciclo de Fiançailles pour rire, de Francis Poulenc sobre poemas de Louise de Vilmorin, cambió la atmósfera. Son canciones entre lo burlesco («Il vole») y la broma surrealista («Mon cadavre est doux comme un gant»), de ternura distanciada y elegante, que exigen lo que el tenor tiene de sobra: una voz dúctil y flexible, nada pesada, de afinación perfecta y sin el menor sentimentalismo, como un comentario irónico al Lied romántico alemán.

Tres canciones de Charles Ives pusieron fin al recital. La primera apasionada y de clara filiación schubertiana, con texto en alemán. Las otras dos muy norteamericanas, con acentos de musical, cantadas con la soltura y la expresividad necesarias para cerrar muy bellamente el recital. Julius Drake fue el encargado de dar la réplica a Polenzani: un gran artista, que a veces se funde con el canto y, en muchas otras ocasiones, lo comenta, lo amplifica e incluso lo empuja: un prodigio de sensibilidad y buen hacer. De propina, como una evocación de la canción rusa, una hermosa canción de Rajmaninov.