CRÍTICAS
NACIONAL
Bilbao: Lucia y su noche para la historia
ABAO Bilbao Opera
Donizetti: LUCIA DI LAMMERMOOR
Jessica Pratt, Ismael Jordi, Juan Jesús Rodríguez, Marko Mimica, Juan José de León, Maite Maruri, Gerardo López. Orquesta Sinfónica de Euskadi, Coro de la Ópera de Bilbao. Dirección: Riccardo Frizza. Dirección de escena: Lorenzo Mariani. Palacio Euskalduna, 19 de octubre de 2019.
Si se tenían grandes expectativas antes de la representación, dado que sobre el papel el elenco, la producción, los componentes y directores se reconocían como de gran nivel y muy precisamente adecuados a la obra, pocos minutos hicieron falta tras el primer compás para ir sintiendo que la audiencia se adentraba en una sesión extraordinaria, de las de hacer Historia.
El director atacó la obertura con ritmo pausado, pero no premioso, para dar entrada a un buen Normano de Gerardo López, y pocos compases más tarde a Juan Jesús Rodríguez, un espléndido Lord Enrico que se mostraría toda la obra con voz segura, potente y bien emitida, muy grata en todo su rango, un bello timbre, gran técnica y canto expresivo a más de una gran actuación teatral. En seguida, la aparición de Jessica Pratt puso ya la emoción en el público: una voz poderosa y a la vez encantadora, unos ataques a los agudos fáciles y limpísimos, sin portamento alguno, salvo cuando los requiriera para una mejor expresión; resolvió las difíciles agilidades con soberana técnica -o aparente sencillez- y segura expresividad, siguiendo una admirable línea de canto; simplemente una actuación difícil de mejorar.
Maite Maruri como Alisa, la acompañante de Lucia hizo un gran papel con su voz sedosa y bien proyectada, y una línea de canto impecable; Marko Mimica hace con gran solvencia de confidente -aquí no aparece como sacerdote-, como hace el americano Juan José de León un competente Lord Arturo. El terceto principal lo cierra Ismael Jordi (Edgardo) en una actuación soberbia con voz cautivadora plena de potencia bien administrada, sin fisuras en toda su tesitura, técnica impecable y expresividad arrolladora. Un trío protagonista de campeonato, de soberbio nivel, que contó con el buen soporte de todo el resto de los actuantes.
El primero, un excelente director musical: Riccardo Frizza llevó a una Euskadiko Orkestra Sinfonikoa -en la mejor actuación que se la ha oído aquí en años- con tiempos mesurados que nunca resultaron pesantes, buen apoyo a los cantantes, haciendo honor a la delicadeza y maestría de la orquestación donizettiana que incluyó el arpa de cristal, tañida por Sascha Recert, haciendo duetto con Lucia en la escena de la locura, la larga y maravillosa escena que Jessica Pratt bordó, una escena que resultó sencillamente inolvidable.
El Coro de la Ópera de Bilbao estuvo a la altura de su reconocida competencia, un poco falto de brillo, quizá, en los agudos, pero siempre afinado y cohesionado. Una puesta en escena de Maurizio Balò sencilla, eficaz, grata y económica: tras los paneles que limitan la acción, se abren proyecciones que dan a entender el salón, el jardín etc. La iluminación de Roberto Venturi correcta y con viveza, agradable. La utilería y el vestuario -este de Sylvia Aymonino– sitúa al público en un siglo XIX o a principios del XX, y claramente en Escocia, pues los varones usan el kilt, salvo el cura que aquí no lo es, que va de traje. Buen movimiento de actores; y todo ello bajo la dirección escénica de Lorenzo Mariani. Una Lucia memorable.
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