Bilbao: Puro 'verismo' vasco

21 / 06 / 2019 - José Miguel BALZOLA - Tiempo de lectura: 3 minutos

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La versión de 'Mendi-Mendiyan' de Calixto Bieito potenció la simbología de la identidad vasca de acuerdo con el carácter reivindicativo y 'verista' de la misma que se lee en la partitura de Usandizaga © Teatro Arriaga / E. MORENO ESQUIBEL
La versión de 'Mendi-Mendiyan' de Calixto Bieito potenció la simbología de la identidad vasca de acuerdo con el carácter reivindicativo y 'verista' de la misma que se lee en la partitura de Usandizaga © Teatro Arriaga / E. MORENO ESQUIBEL
La versión de 'Mendi-Mendiyan' de Calixto Bieito potenció la simbología de la identidad vasca de acuerdo con el carácter reivindicativo y 'verista' de la misma que se lee en la partitura de Usandizaga © Teatro Arriaga / E. MORENO ESQUIBEL

Teatro Arriaga

Usandizaga: MENDI-MENDIYAN

Nueva producción

Ausrine Stundyte, Mikeldi Atxalandabaso, Olatz Saitua, Christopher Robertson, Jose Manuel Díaz, Gexan Etxabe. Sociedad Coral de Bilbao, Bilbao Orkestra Sinfonikoa. Dirección: Erik Nielsen. Dirección de escena: Calixto Bieito. 20 de junio de 2019.

Hace 110 años, y dentro de un movimiento más general de revitalización de la cultura vasca, la Sociedad Coral de Bilbao encargó a varios compositores locales la creación de unas óperas que reflejaran usos o leyendas de la vida vasca con una música cercana al canto y las danzas populares. Guridi y Usandizaga –y otros hoy olvidados– compusieron obras que se estrenarían en Bilbao en 1909 y 1910; y es la obra del compositor donostiarra la que ha recuperado el Teatro Arriaga, una reposición meritoria pues, por las razones que fuere, la obra nunca ha acabado de entrar en el repertorio.

En lo que se refiere a esta villa, Mendi-Mendiyan se repuso en 1973 por la Sociedad Coral y en 1987 por ABAO Bilbao Opera, y fuera de la temporada de abono. El libreto de José Power –basado en una obra de María Lejarreta–, no se explica ni siquiera en un breve guion en el programa de mano, un detalle que el Arriaga debería considerar. La obra es un drama rural centrado en amores cruzados, odios y muerte: pasiones propias no solo de la vida campestre sino de la propia condición humana, por tanto intemporales, y que en cualquier lugar podrían ocurrir. La obra del maestro Usandizaga, si bien es costumbrista, es también encasillable en el género verista por la forma en la que traslada el drama a la partitura y cómo dibuja a sus personajes.

La versión propuesta por Calixto Bieito a cargo de la dirección de escena y su equipo –escenografía de Susanne Gschwender; iluminación de Micael Bauer; vestuario de Ingo Krügler– recurre únicamente a la presencia de un aizkolari cortando troncos y a un simbólico caserío de acero inoxidable para ambientar el tema vasco, todo ello bajo una estudiada iluminación que brinda una formidable luminosidad y brillo a una escenografía que no consta de más elementos.

© Teatro Arriaga / E. MORENO ESQUIBEL

Aundyne Stundyte y Mikeldi Atxalandabaso como Andrea y Joxe Mari, protagonistas de la ópera

La música es bella y efectiva, a veces reminiscente de Wagner –por la persistencia de motivos caracterizando al lobo, los personajes, las situaciones– con muchos momentos realmente inspirados, muy bien adaptada a los sentimientos y momentos  de la acción, manteniendo el espíritu verista; muestra una conseguida instrumentación, casi impresionista, pero en modo y ritmos de la música tradicional, insertando incluso algunas canciones populares y bailes como el  Aurresku, que bailó elegantemente Gaizka Urkiola, y un Ariñ-Ariñ (deprisa-deprisa) que no se baila pero que canta el coro, en esta ocasión servido por las voces de la Sociedad Coral de Bilbao que sonaron con afinación y seguridad.

Los personajes principales, Andrea y Joxe Mari fueron confiados a Aundyne Stundyte y Mikeldi Atxalandabaso, respectivamente; la primera bordó su actuación solista del primer acto y mas aún el triste final de la obra mientras el segundo se lució en su declaración de amor («Maite saitu», es decir, «te quiero»); ambos, además, se mostraron magníficos en la escena conjunta de su manifestación de amor. Los otros personajes cumplieron muy solventemente: Olatz Saitua como Txiki, con una fina línea de canto; Christopher Robinson como Abuelo con lograda contundencia y buena actuación escénica; José Manuel Díaz como Kaiku; y Getxan Etxabe como el vengativo Gaizto. En el foso, la Bilbao Orkestra Sinfonikoa demostró estar en su mejor momento con una muy lucida actuación; todos, músicos y cantantes, fueron llevados con mano magistral por el director titular del conjunto orquestal, Erik Nielsen quien realizó una tarea encomiable en este rescate del patrimonio musical vasco.