Bejun Mehta emula a Julio César en el Real

Madrid

13 / 06 / 2022 - Mario MUÑOZ - Tiempo de lectura: 3 min

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bejunmehta-operaactual-teatroreal (1) Una imagen del contratenor Bejun Mehta en el Real © Teatro Real / Javier DEL REAL
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Teatro Real

Recital de BEJUN MEHTA

Obras de Händel, Vivaldi, Corelli, Telemann, Biber y Geminiani. La Folia Barockorchester. Dirección y violín: Robin Peter Müller. 9 de junio de 2022.

Repertorio grande. Sin que por ello haya que descuidar las tan necesarias recuperaciones, ni los programas eclécticos con hilos narrativos, ni los recitales con obras de fondo de armario. De vez en cuando se disfruta enormemente del repertorio grande, y Giulio Cesare in Egitto es una de las mejores óperas jamás compuestas, dentro y fuera del Barroco. Bejun Mehta cantó en el Teatro Real todas las arias que el personaje protagonista interpreta en la ópera de Händel, ordenadas de principio a fin y luciendo un catálogo completo de afectos que van desde la alegría victoriosa hasta la pura nostalgia.

La fantástica madurez del contratenor ha traído algunas sorpresas. De aquel cantante que fascinó en Valencia en 2004 con un Tamerlano dirigido por Emmanuelle Haïm hasta el de hoy han pasado muchas cosas. Ha mantenido su gran volumen, marca de la casa, pero ganado matiz y control en el sobreagudo. También atesora una mayor homogeneidad en toda la tesitura, aunque ahora tiene menos fiato, y ha de hacer una respiración de apoyo en las frases más largas. También ha dejado de lado aquella continua pose de canto tan académica de juntar las yemas de los dedos de ambas manos frente al estómago, en un amago de neutralidad actoral poco conveniente. Ahora Mehta interactúa, se involucra y se deja llevar por las oleadas sonoras y ritornelli handelianos.

"Las arias tuvieron lecturas modélicas, destacando en las que tenían que destacar: aquellas en las que Händel anduvo más inspirado o mordaz"

El recital, titulado Cesare! (a Hero’s Journey), fue generoso, casi dos horas, con algunos interludios musicales a cargo de la Folia Barockorchester —Vivaldi, Biber, Telemann— que pocas veces tuvieron relación alguna con las arias, pero que tampoco estorbaron. Las arias tuvieron lecturas modélicas, destacando en las que tenían que destacar: aquellas en las que Händel anduvo más inspirado o mordaz, como en “Va tacito e nascosto”, con sus juegos con la trompa, o “Se in fiorito ameno prato”, con el canto de los pájaros en manos del violinista Robin Peter Müller. Las arias en las cuales la coloratura es la protagonista (como en “Quel torrente, che cade dal monte”) mostraron la inteligencia que ha cultivado el contratenor y la sensibilidad del director para adecuarse a sus condiciones: tempi sosegados, refuerzo del volumen instrumental en las intervenciones y giros actorales allá donde el agudo comenzaba a estrangularse. Nunca se le debe pedir a un cantante que sea inmortal —toda voz, decae—, pero la lucidez de dosificarse sí.

La Folia Barockorchester estuvo magnífica en Händel, y algo menos en sus excursiones en otros repertorios, de poca coherencia estética o temática. Gran lectura de la obertura, así como de la versión instrumental de “V’adoro pupille” (aquí rebautizada como Sinfonía de Lidia). Tras mucho aplaudir, Mehta dio una propina, con la ayuda de Peter Muller: el dúo “Caro!/Bella! più amabile beltá mai non”, con el violinista sustituyendo a la añorada Cleopatra. No hizo falta más, ya andaba todo (bien) dicho.  * Mario MUÑOZ, corresponsal en Madrid de ÓPERA ACTUAL