Batuta maestra para amantes inexpertos

A Coruña

29 / 09 / 2023 - José Luis JIMÉNEZ - Tiempo de lectura: 4 min

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gounod coruña Una escena de 'Roméo et Juliette' en su estreno en A Coruña © AAOC / Alfonso REGO
gounod coruña Una escena de 'Roméo et Juliette' en su estreno en A Coruña © AAOC / Alfonso REGO
gounod coruña Una escena de 'Roméo et Juliette' en su estreno en A Coruña © AAOC / Alfonso REGO

Amigos de la Ópera de A Coruña

Gounod: ROMÉO ET JULIETTE

Mario Bagh, Sofía Esparza, Borja Quiza, Francisco Corujo, Gabriel Alonso, Luis López, Patricia Illera, Fernando Latorre, Irene Zas, Jacobo Rubianes, Enrique Martínez. Orquesta Sinfónica de Galicia. Coro Gaos. Dirección musical: Alain Guingal. Dirección de escena: Daniele Piscopo. Teatro Colón, 27 de septiembre de 2023.

Con una buena batuta la experiencia operística se transforma radicalmente: experiencia y sabiduría son fundamentales. Ya solo por el desempeño de Alain Guingal, un veterano con casi 50 años de carrera, este Roméo et Juliette mereció la pena. A pesar de las limitaciones espaciales del foso del Teatro Colón —donde el maestro echó de menos algún músico más— obtuvo de la Sinfónica de Galicia un sonido delicioso, embelleciendo la partitura de Gounod y encontrando colores de fantasía, como en el comienzo del segundo acto. Su dirección iluminó toda la función, haciendo que resultara breve una ópera de tres horas, y sin que eso implicara un abuso de tempi ágiles. Muy al contrario, supo dotar a cada escena de la pausa y el ritmo idóneos, atento en todo momento a los cantantes, a los que guió con mano experta.

Hay una curiosa paradoja en esta ópera de Gounod. Su exigente escritura agradece intérpretes consolidados y maduros para sus dos papeles principales, pero al mismo tiempo no se debe perder de perspectiva que los dos amantes no son sino sendos adolescentes envueltos en una historia de amor tan repentina como ardorosa. La apuesta de los Amigos de la Ópera de A Coruña fue, precisamente, por esto segundo, y tanto Romeo como Julieta recayeron en dos cantantes jóvenes y debutantes en los roles. El resultado, sin embargo, fue desigual.

"Mario Bagh resultó un Romeo interesante y prometedor, con una línea de canto muy cuidada, una emisión afrancesada y adecuación al estilo"

Mario Bagh resultó ser un Romeo interesante y prometedor; con una línea de canto muy cuidada, una emisión afrancesada y adecuación al estilo, el tenor mostró su capacidad para colorear frases, asomarse al agudo con firmeza y lucir medias voces y piani de nivel. La resolución del sobreagudo final de «Ah! Leve-toi soleil!», atacándolo y sosteniéndolo en piano y no a plena voz, fue la mejor carta de presentación. El timbre del joven tenor coreano es cálido, con un ligero vibrato stretto en el extremo agudo, y se proyecta con suficiencia en una sala de las dimensiones de la del Colón coruñés.

Menos entusiasmo hubo en la Julieta de Sofía Esparza; la soprano hace una encarnación correcta, pero deja escapar sus grandes momentos como el «Je veux vivre» o el aria del veneno. El sobreagudo le va muy justo y la coloratura podría lucir mejor, confiando todo a un centro y primer agudo de cierto atractivo. La intensidad fue decreciente a lo largo de la función. No es Julieta un rol fácil por las exigencias cambiantes que impone a la intérprete, es cierto. Seguramente Esparza pueda seguir explorando posibilidades para adecuar su instrumento al papel. A tenor y soprano se les echó en falta una pizca más de complicidad para acabar de hacer creíble su apasionado romance.

Entre los papeles secundarios, notables el Mercutio de Borja Quiza y el Frère Laurent de Luis López: el barítono gallego compuso un personaje rotundo que completó con su desenvoltura escénica, mientras López mostraba una noble voz de bajo cantando con soltura. Del Tybalt de Francisco Corujo destacó su fraseo incisivo y del Capulet de Fernando Latorre su dramatismo y solvencia. El resto de comprimarios se movieron entre lo adecuado de Irene Zas y su Gertrude, lo voluntarioso del Stephano de Patricia Illera o lo intrascendente del Duc de Christopher Robertson.

No se había programado Roméo et Juliette en los 71 años de trayectoria de los Amigos de la Ópera de A Coruña, que ya es decir. Para la ocasión se hizo el esfuerzo de que fuera en versión representada. Guingal eligió la versión de 1888, íntegra salvo por la omisión del ballet, y que incluía la conversación entre Frère Laurent y un monje que explica el extravío de la carta a Romeo que debía informarle del falso sueño de Julieta. La escenografía resultó funcional, con una producción de la Ópera de Las Palmas de Danielle Piscopo que ha experimentado varias vidas y usos, y que lo mismo vale para este título que para jorobados mantovanos o favoritas reales. Una escalera con balaustrada presidió el fondo del escenario en todo momento, y en sus extremos se movían unas escalinatas para acoger un coro GAOS un tanto irregular en su coordinación. La propuesta no tiene pretensiones y resultó aceptable. Es la manera que tienen las asociaciones pequeñas de envolver sus títulos representados y poder destinar sus recursos a los cantantes. Aunque en A Coruña el auténtico acierto estuvo en el foso.  * José Luis JIMÉNEZ, corresponsal en A Coruña de ÓPERA ACTUAL