Bartoli, una italiana en Montecarlo

Mónaco

29 / 01 / 2022 - Jaume ESTAPÀ - Tiempo de lectura: 3 min

Print Friendly, PDF & Email
turcoinitalia-operaactual-montecarlo (3) Josè Maria Lo Monaco (Zaida) y David Astorga (Albazar) © Opéra de Monte-Carlo / Alain HANEL
bartoli-operaactual-turco-montecarlo Cecilia Bartoli como Donna Fiorilla de 'L'Italiana in Algeri' en Montecarlo © Opéra de Monte-Carlo / Alain HANEL
turcoinitalia-operaactual-montecarlo (1) Nicola Alaimo como Don Geronimo © Opéra de Monte-Carlo / Alain HANEL

Opéra de Monte-Carlo

Rossini: IL TURCO IN ITALIA

Nueva producción

Cecilia Bartoli, Josè Maria Lo Monaco, Barry Banks, David Astorga, Adrian Sâmpetrean, Nicola Alaimo, Giovanni Romeo. Dirección musical: Gianluca Capuano. Dirección de escena: Jean-Louis Grinda. 27 de enero.

Sin ninguna duda la principal atracción de esta nueva producción era la Fiorilla de Cecilia Bartoli, la celebérrima mezzosoprano italiana, futura directora del teatro del Principado a partir de 2023. Su trabajo exento de toda impureza hasta límites insospechados honoró a la obra. La aportación de la artista –precisión, claridad, sensibilidad, velocidad– fue incluso más allá de lo que exigía la ópera de Rossini. No solamente interpretó vocalmente a su personaje a las mil maravillas –no es posible hacer un recuento exhaustivo–, sino que se le vio extremadamente contenta de hallarse en aquel lugar en aquel momento. Ello añadió credibilidad a la parte dramática de su interpretación.

"Especialista del compositor y buen conocedor del rol, Nicola Alaimo no podía no brillar en su papel de Don Geronimo que, insuperable a cada intervención"

Su actitud positiva contribuyó a que sus comprimarios extrajeran del fondo de su alma todo cuanto sabían y podían aportar a la representación y al éxito de la velada. Supieron y pudieron. Nicola Alaimo, especialista en el compositor y buen conocedor del rol, no podía no brillar como un Don Geronimo que, insuperable a cada intervención, venció al final al tumultuoso Selim y convenció también al público. Fue el príncipe turco Adrian Sâmpetrean; con su voz potente, justa y bien timbrada y una buena presencia escénica, el cantante rumano no tuvo mayores dificultades para seducir a Fiorilla, la joven napolitana un tanto casquivana ante la desesperación de Don Narciso –interpretado por Barry Banks en modo más que honorable–, el acompañante oficial de Florilla. Josè Maria Lo Monaco fue una Zaida endiablada y mordiente que consiguió salirse con la suya recuperando el amor del príncipe Selim, mientras que Giovanni Romeo situó a su personaje, Prosdocimo el poeta (aquí guionista de cine), en el centro de la acción, con eficacia vocal y dramática. David Astorga, muy presente en el escenario, cantó con brío una bien preparada canción de Albazar. Fue aplaudido con justicia.

También el foso se unió a la fiesta. La orquesta Les Musiciens du Prince – Monaco, bien guiada por Gianluca Capuano, consiguió dar fe del espíritu y la letra de la obra del maestro de Pésaro proponiendo el volumen, el tono y el ritmo justos para que cada solista se pudiera expresar con propiedad.

La puesta en escena de Jean-Louis Grinda no se opuso a que el público comprendiera las múltiples situaciones dramáticas propuestas por Felice Romani, libretista de la obra. El regista transformó solamente al poeta en un guionista de cine a la búsqueda de una historia que contar. Ello le permitió muy astutamente mantener el vestuario variopinto –del chileno Jorge Jara– de una época determinada aportando luz y color al escenario sin caer en una reducción sin valor añadido de producciones presentadas usualmente en un pasado ya algo remoto. El coro, a las órdenes de Stefano Visconti, se mantuvo a la altura. Tratándose de la música de Rossini, no es poco decir.  * Jaume ESTAPÀ, corresponsal en Francia de ÓPERA ACTUAL