Barrie Kosky encierra a Káta Kabanová tras un muro humano

Salzburgo

16 / 08 / 2022 - Xavier CESTER - Tiempo de lectura: 4 min

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katakabanova-operaactual-salzburgo (1) Una escena de la producción de Barrie Kosky © SF / Marco BORRELLI
katakabanova-operaactual-salzburgo (1) Corinne Winters (Katěrina/Káťa) © SF / Marco BORRELLI
katakabanova-operaactual-salzburgo (1) Corinne Winters (Katěrina/Káťa) © SF / Marco BORRELLI

Festival de Salzburgo

Janáček: KÁŤA KABANOVÁ

Nueva producción

Corinne Winters, David Butt Philip, Evelyn Herlitzius, Jaroslav Březina, Jens Larsen, Benjamin Hulett, Jarmila Balážová. Dirección musical: Jakub Hrůša. Dirección de escena: Barrie Kosky. Felsenreitschule, 14 de agosto de 2022.

El canto de los pájaros y el agua fluyendo en un río, unas campanas, los truenos de una tormenta. Estos sonidos, antes de cada acto, son las únicas concesiones que hace Barrie Kosky a una recreación más o menos realista de ťa Kabanová, la ópera de Janáček que Salzburgo vio por última vez en el célebre montaje de Christoph Marthaler (el Liceu también lo acogió en su momento). El director australiano sabe explotar a fondo una idea dramatúrgica y visual potente que le permite convertir un espacio de grandes dimensiones como la Felsenreitschule en escenario de un drama claustrofóbico.

Al abrirse el telón se descubre una masa de figuras humanas de espaldas al público, ocupando toda la desmesurada anchura de la escena, ante la cual, ansiosa de libertad, Káťa, corre de un lado a otro. El muro humano, formado por docenas de muñecos y un puñado de figurantes sin rostro, irá adoptando diversas configuraciones, en un diseño escénico de radical desnudez de Rufus Didwiszus, a la vez que la iluminación de Franck Evin ayudará a crear la necesaria variedad de ambientes, habitados por unos personajes que, vestidos contemporáneamente por Victoria Behr, irán saliendo paulatinamente de la masa.

Kosky acentúa con habilidad los trazos que el libreto del mismo compositor otorga a cada carácter: la ensoñación de Káťa, la brutalidad de Dikoj, el romanticismo impotente de Boris, la debilidad de Tichon ante su madre, una intransigente Kabanicha, la afabilidad de Kudrjáš, la sexualidad en eclosión de una adolescente Varvara. Sólo en algún momento Kosky exagera en exceso la acción (la sumisión sadomasoquista de Dikoj hacia Kabanicha), pero en líneas generales la tensión del drama sigue un crescendo asfixiante hasta que todos los personajes rodean implacables a la desvalida protagonista, con sus ilusiones destruidas, antes de su salto, aquí más al vacío que al agua. Uno a uno, los personajes vuelven a unirse con la masa, Kabanicha la última, con los acordes conclusivos de la orquesta, cerrando un muro de indiferencia. Una imagen que hiela la sangre.

"Corinne Winters lleva sobre sus espaldas aparentemente frágiles el peso de la representación, con una entrega escénica total que le permite dar verosimilitud a los deseos y los miedos de Káťa"

Desde el foso, Jakub Hrůša domeñó cualquier dosis innecesaria de hedonismo por parte de una Filarmónica de Viena imprecisa en puntualísimos momentos, firmando una versión de flujos y reflujos bien negociados, atenta a los inesperados cambios de rasante, a los silencios cargados de tensión, al contraste entre expansiones líricas y ataques secos, siempre teniendo en cuenta la arquitectura global del discurso. Para el director checo, buen conocedor de la originalidad del lenguaje de Janáček, no se trata de una colección de bellos momentos engarzados, sino de una progresión imparable hacia una desembocadura trágica. Un debut auspicioso, el de Hrůša en Salzburgo.

Corinne Winters lleva sobre sus espaldas aparentemente frágiles el peso de la representación, con una entrega escénica total que le permite dar verosimilitud a los deseos y los miedos de Káťa. A la voz de la soprano estadounidense, en esencia lírica tirando a ligera, le faltan unas mayores dosis de consistencia y cremosidad, déficit compensado por un fraseo escrupuloso y una expresividad generosa. David Butt Philip fue un Boris de apasionados acentos, sincero en su afecto hacia la protagonista, su voz recia contrastando con acierto con el Kudrjáš de timbre claro de Benjamin Hulett, a su vez bien compenetrado con la hiperactiva Varvara de Jarmila Balážová.

La tesitura de Kabanicha se sitúa en algún momento en zonas sordas de la voz de Evelyn Herlitzius, pero poco importa ante la ferocidad de la línea de canto y la energía incólume de la soprano alemana, que intensifica la maldad pura de uno de los personajes más odiosos de la literatura operística. Tampoco Jens Larsen disimuló los aspectos más desagradables de Dikoj, pese al desgaste del instrumento. Michael Mofidian (Kuligin), Nicole Chirka (Glaša) y Ann-Katrhin Niemczyk (Fekluša) completaron con acierto el reparto del que ha sido uno de los éxitos más unánimemente aplaudidos de la edición 2022 del Festival de Salzburgo.  *  Xavier CESTER, crítico internacional de ÓPERA ACTUAL