Barcelona: Una 'Gioconda' con debut incluido

03 / 04 / 2019 - Marcelo CERVELLÓ - Tiempo de lectura: 4 min

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El reparto alternativo de 'Gioconda' en el Liceu contó con el debut de Saioa Hernández © Gran Teatre del Liceu / Antoni BOFILL
El reparto alternativo de 'Gioconda' en el Liceu contó con el debut de Saioa Hernández © Gran Teatre del Liceu / Antoni BOFIL
El reparto alternativo de 'Gioconda' en el Liceu contó con el debut de Saioa Hernández © Gran Teatre del Liceu / Antoni BOFIL
Gioconda Saioa /operaactual.com 'La Gioconda' en el Liceu, con el debut de Saioa Hernández © Gran Teatre del Liceu / Antoni BOFIL

Gran Teatre del Liceu

Ponchielli: LA GIOCONDA

Saioa Hernández, Stefano La Colla, Ketevan Kemoklidze, Luis Cansino, Carlo Colombara, Maria José Montiel. Dirección: Guillermo García Calvo. Dirección de escena: Pier Luigi Pizzi. 2 de abril de 2019.

Gracias a la improvisada carambola propiciada por la indisposición de Iréne Theorin, que catapultó a Anna Pirozzi al reparto inaugural, debutaba en el Liceu para esta segunda función de La Gioconda la soprano Saioa Hernández, conocida aquí solo por aquellos aficionados que suelen concurrir a las fiestas que convoca Mirna Lacambra y la Associació d’Amics de l’Òpera de Sabadell en el ciclo Òpera a Catalunya, donde la soprano madrileña había ya triunfado en los inicios de su carrera con títulos tan dispares como Il pirata, Rigoletto, o Les Contes d’Hoffmann entre otros, en una auspiciosa polvareda que ya anticipaba de alguna manera el jubiloso lodazal de sus recientes triunfos italianos.

Superando lo precipitado de la convocatoria y la falta de ensayos, es preciso subrayar que el rendimiento de Saioa Hernández fue extraordinario, y así lo reconoció el público, que le tributó una gran ovación después de su “Suicidio!”.

El resultado de sus primeras armas liceístas no ha podido, en verdad, ser más lisonjero. Admitiendo que pueda dar la impresión de que le falta a su emisión una mayor variedad de acentos, el canto es impecable, la extensión no le presenta problema alguno, el agudo es seguro y brillante y el fraseo es modélico. Superando, en cualquier caso, lo precipitado de la convocatoria y la falta de ensayos, es preciso subrayar que su rendimiento fue extraordinario, y así lo reconoció el público, que le tributó una gran ovación después de su “Suicidio!”.

Debutaba también en esta función liceísta el tenor Stefano La Colla, que ocupaba el puesto del colega Andrea Carè anunciado a principios de temporada, que tuvo que cancelar por problemas de salud. Un timbre de bello esmalte y una notable proyección del sonido –incluso cuando cantaba desde el fondo de una escena criminalmente abierta– fueron lo mejor de su aportación, frente a una línea de canto un tanto discontinua pero en cualquier caso capaz de subrayar elocuentemente los pasajes más líricos de su parte.

Luis Cansino no podrá seguramente alardear de una voz de belleza suprema, pero su canto es siempre seguro y musical, aunque ello no le libró de incurrir en una precipitación puntual en el segundo acto. Ketevan Kemoklidze fue una Laura de gran bizarría vocal y escénica, aun acusando un exceso de vibrato y Carlo Colombara, en la que no será seguramente una de sus mejores noches, pudo defender el papel de Alvise Badoero gracias a un registro grave aún considerable, compensando la desafortunada puntatura de su assolo del tercer acto. María José Montiel repitió el éxito abrumador de su presentación el día anterior con una Cieca en la que tuvo la preciosa ayuda de un aquí muy atento Guillermo García Calvo.