CRÍTICAS
NACIONAL
Arqueología contemporánea de Henze
Sevilla
Espacio Turina
Hans Werner Henze: EL CIMARRÓN
Víctor García Sierra, barítono. Zahir Ensemble. Dirección: Juan García Rodríguez. Dirección de escena: Thierry Bruehl. 20 de diciembre de 2020.
El paso del tiempo es inmisericorde con el arte fechado, es decir con aquel que nace auspiciado por circunstancias contextuales que van mucho más allá del relativo azar de su alumbramiento. Y por su marcada dedicación política mucha de la obra de Hans Werner Henze (1926-2012) está siendo pasto del destrozo que los años ejecutan sobre ella. Resulta singular que el mismo proceso no esté carcomiendo el legado de un músico muy similar en aspiraciones, Luigi Nono. Acaso porque el italiano quintaesenció sus mensajes en su último período creativo, quizás tal vez por el furibundo manejo del sonido de sus frescos operístico/político o puede que por su radical alejamiento del entramado formal decimonónico.
En El Cimarrón (1969/70) Henze rememora la desdichada vida de Esteban Montejo, primer esclavo en la Cuba triste de los españoles, luego guerrillero comunista y, más tarde, justiciero frente al imperialismo estadounidense. Todo un recorrido peleado machete en mano y con ratos de patriarcal esparcimiento entre las muchas mujeres que (sic) lo codiciaban. En fin, todo esto se narra en el panfletario y soporífero texto que Miguel Barnet recogió a partir del relato del propio Montejo. El discurso hoy resulta tan exhibicionista en su indisimulado ajuste de cuentas como trasnochado.
Tampoco interesa, en exceso, la propia música de Henze, cuyas obras verdaderamente importantes nunca (o casi nunca) se programarán por la dificultad de sus efectivos, como su Tristan (1973), para piano, cinta y orquesta o el Concierto para violín y orquesta Nº2 (1971). Desde luego El Cimarrón participa de la misma calibración estética que las anteriores, aunque aquí el texto y el empeño de Henze por dibujar con sonidos la acción –con devaneos jazzísticos, apuntes exóticos y, en la mayoría de los casos, música puramente rítmica y agitada– impida que el conjunto levante el vuelo. Arqueología contemporánea en este Cimarrón, que constituye un montaje nada anecdótico; no solo por el generoso set de percusión y los multinstrumentistas que precisa; también por su elevada dificultad de concertación y por la necesidad de un Cimarrón a la altura, capaz de pasar con la menor impostura posible por el canto, la declamación, los sonidos onotomatopéyicos y una suerte de Sprechgesang latino que impregna una obra que alberga tanta gravedad en su dramaturgia. Víctor García Sierra participó de todo el arsenal vocal que propone la partitura con una intachable competencia y una dicción que se hizo entender en medio de una música muchas veces furibunda.
Los músicos de Zahir Ensemble (Antonio Duro, guitarra; Alfonso Rubio, flautas; Antonio Moreno, percusión) exhibieron una versión sobresaliente, decididamente entusiasta y de controlado efectismo; algo a lo que contribuyó la dirección enfática y de clarísimas intenciones de Juan García Rodríguez. Las escasas posibilidades que el Espacio Turina permite para la realización escénica llevó a Thierry Bruehl a un modesto pero competente trabajo de iluminación que cambiaba conforme cada cuadro estático iba sucediendo.
CRÍTICAS RELACIONADAS