Sara Blanch triunfa en el Liceu como Zerbinetta

Barcelona

29 / 09 / 2021 - Marcelo CERVELLÓ - Tiempo de lectura: 2 min

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ariadne-operaactual-liceu-blanch (2) Una escena de la producción de Katie Mitchell © Gran Teatre del Liceu / David RUANO
ariadne-operaactual-liceu-blanch (2) Sara Blanch interpretando “Grossmächtige Prinzessin” © Gran Teatre del Liceu / David RUANO
ariadne-operaactual-liceu-blanch (2) Johanni van Oostrum como 'Ariadne' © Gran Teatre del Liceu / David RUANO

Gran Teatre del Liceu

Strauss: ARIADNE AUF NAXOS

Reparto alternativo

Johanni van Oostrum, David Pomeroy, Paula Murrihy, Sara Blanch, José Antonio López. Dirección musical: Josep Pons. Dirección de escena: Katie Mitchell. 27 de septiembre 2021.

Un buen nivel medio en este reparto alternativo (ver crítica primer reparto) garantizaría una sesión plácida en la representación de la ópera de Richard Strauss, que si no llegaría a suscitar los entusiasmos que parecen reservados a otro tipo de repertorio sí alcanzó a asegurar una más o menos resignada satisfacción en el público asistente.

"Sara Blanch, la favorita del público en esta ocasión, fue una Zerbinetta de óptimo fraseo y coloratura solidísima, que refrendó con un sobreagudo de gran nitidez"

Capitaneaba las novedades la soprano Johanni van Oostrum con una voz bien impostada y de timbre suculento que no necesitó forzar el volumen para expandirse libremente por la vasta sala del Liceu, aunque no pudo evitar algún que otro sonido fijo de escasa amenidad. Paula Murrihy, en el papel del (la) Compositor(a) ­–por una vez el irritante desdoblamiento tendría un sentido– evidenció una cierta oquedad en el timbre, pero se acogió a una musicalidad impecable para sacar adelante el papel. La soprano catalana Sara Blanch, la favorita del público en esta ocasión y Premio ÓPERA ACTUAL 2016, fue una Zerbinetta de óptimo fraseo y coloratura solidísima, que refrendó con un sobreagudo de gran nitidez. Mereció sobradamente la ovación que acogió su «Grossmächtige Prinzessin», pero hubiera podido –debido– renunciar a agradecerla desde la escena. Como último relevo en este elenco cumplió el tenor David Pomeroy con la tradición de sufrimiento que implica cantar el Bacchus, pero lo hizo con medios suficientes y sin arrugarse más de lo estrictamente necesario.

En el aspecto escénico pudo apreciarse en esta función la especial motivación de un excelente José Antonio López para mantener bajo control el desbarajuste reinante y la especial elocuencia de la Murrihy en sus reacciones ante la partitura durante la ejecución de la obra. Las apócrifas intervenciones habladas del dueño de la casa –mayordomo mediante en el interludio que precede a la ópera y personalmente al final de la misma– volvieron a dar la impresión de lo que son: dos ruborizantes pegotes.  * Marcelo CERVELLÓ, crítico de ÓPERA ACTUAL