CRÍTICAS
NACIONAL
Antología de la mélodie
Madrid
Teatro de La Zarzuela
Recital SABINE DEVIEILHE
XXVII Ciclo de Lied del CNDM
Obras de Claude Debussy, Francis Poulenc, Maurice Ravel y Gabriel Fauré. Alexandre Tharaud, piano. 16 de noviembre de 2020.
La soprano lírica francesa Sabine Devieilhe debutó por fin en Madrid, pero no con un gran papel operístico, sino con una de sus especialidades y –seguramente– de sus aficiones más queridas: la mélodie, de la que presentó una síntesis perfecta, evitando la monotonía y la afectación. Consolidada ya como una de las grandes sopranos coloratura actuales, Devieilhe tiene una voz perfecta para este repertorio: clara, cristalina, flexible, con garra y carácter para las notas más agudas y los ornamentos más complicados, pero también capaz de apianar y afinar la voz hasta lo más delicado.
Empezó con un Debussy joven, cantarín y enamorado (Nuit d’étoiles) y acabó con el ciclo de Ariettes oubliées, que complementa el tono aéreo anterior con un temperamento más sobrio y más declamatorio, de extrema sutileza e infinita variedad de matices, más que de colores, como los textos de Verlaine en los que se basan y que exigen un tratamiento infalible de cada acento. Las Cinco melodías populares griegas de Ravel dieron el contrapunto con su efectismo seco, un poco burlón, recreación elegante y casi cínica de un repertorio popular, algo parecido a lo expresado en la Chanson française, también de Ravel, con su evocación de una escena de amor rústica y nada ingenua. Devieilhe se divierte en este registro, que domina a la perfección, como demostró en los Dos poemas de Louis Aragon de Poulenc en particular en Fêtes galantes, una galería de retratos, llena de cromatismos y variaciones de dinámicas, como una caricatura sarcástica, de personajes de París bajo la Ocupación. C, en cambio, el primero de estos poemas, requiere un lirismo intenso y profundo para evocar, como hizo Aragon a medias palabras, la pérdida de Francia en la debacle ante las tropas alemanas en 1940: con una intensidad sin patetismo, la soprano francesa alcanzó aquí la perfección.
De Gabriel Fauré, Devieilhe escogió cuatro canciones, tres de ellas de motivo amoroso, de inmenso poder evocador y gran exigencia en cuanto al fraseo y al control del fiato. También de Fauré cantó la muy hermosa Les berceaux, una página antibelicista, de gran amplitud y ambición expresivas que demuestra, como las de Poulenc, que la mélodie no trata solo delicuescencias exquisitas.
De propina, Devieilhe se lanzó a la pirotecnia absoluta y de gran estilo de la canción del Fuego de L’enfant et les sortilèges, para terminar con una página inesperada de Kurt Weill, Youcali, sentimental y lastimosa como el recuerdo de un tango. Acompañó al piano Alexandre Tharaud, un artista de primera categoría que supo amplificar, colorear, matizar y, llegado el caso, comentar la demostración de estilo de la cantante.
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