Anna Alàs, una mezzo en pantalones

Barcelona

14 / 07 / 2020 - Antoni COLOMER - Tiempo de lectura: 3 min

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Anna Alàs brilló acompañada por Anna Crexells © Festival Cruïlla / Víctor PARRENO
Imagen del recital al aire libre © Festival Cruïlla / Víctor PARRENO

Festival Cruïlla XXS

Recital ANNA ALÀS

Obras de Mozart, Gluck, Rossini, Massenet, J. Strauss y Bizet. Anna Alàs, mezzosoprano. Anna Crexells, piano. Recinto Modernista de Sant Pau. 14 de julio de 2020.

Las circunstancias actuales han obligado a los festivales a reinventarse, cada uno a su manera. En el caso del Cruïlla, evento señalado de los veranos barceloneses, la pandemia ha traído el regalo de algunas veladas, en el Recinto Modernista de Sant Pau, dedicadas a la música clásica como la que aquí se comenta, protagonizada por la mezzosoprano Anna Alàs Jovè y la pianista Anna Crexells.

Lo primero que hay que señalar, pues marcó decisivamente el desarrollo del recital, es que las condiciones acústicas no fueron, ni mucho menos, las ideales. Es aceptable, aunque debatible, que, debido a hacerse al aire libre, voz y piano se amplificasen. Pero si es así, un recital de estas características debe ecualizarse con gran delicadeza. No fue en absoluto el caso y, en ese aspecto, puede que la inexperiencia del Cruïlla en el repertorio lírico pasase factura.

Las primeras piezas del recital se vieron afectados por un sonido estridente y metálico que mermó el resultado artístico, tanto de la voz como del piano. A pesar de eso, se pudo percibir la perfecta adecuación estilística de Anna Alàs al repertorio mozartiano con modélicas y vívidas interpretaciones de “Voi che sapete” de Le nozze di Figaro y “Smanie implacabile” de Così fan tutte donde, además, mostró sus indiscutibles cualidades teatrales.

"Se pudo percibir la perfecta adecuación estilística de Anna Alàs al repertorio mozartiano con modélicas y vívidas interpretaciones de 'Le nozze di Figaro' y 'Così fan tutte', además de sus indiscutibles cualidades teatrales"

La voz de Alàs es de mezzo lírica, ideal para este repertorio como también para un rol como el de Orfeo en la ópera de Gluck, pues posee una coloración oscura que la favorece en este tipo de papeles travestidos que ella denominó de pantalones. Pero, a pesar de esta característica cromática, en la que se siente cómoda es en los pasajes de mayor lirismo y en la franja central, donde luce un sólido y pastoso instrumento. De ahí, probablemente, que haya convertido el repertorio liederístico en su caballo de batalla.

Los extremos agudo y grave, en cambio, no muestran siempre la misma belleza y unidad de sonido, algo que se puso de manifiesto en la sumamente exigente cantata Giovanna d’Arco, de Gioacchino Rossini. La escritura del compositor italiano exige el máximo en todas las facetas y facilidad para moverse con la misma naturalidad en todos los registros, como el agudo que, en esta pieza, Alàs sorteó con alguna dificultad puntual, mientras que en la zona grave utilizó un acentuado sonido de pecho que, por momentos, sonó un tanto gutural.

Tras la exigente prueba rossiniana y ya con un sonido mejorado, la mezzo pareció quitarse un peso de encima y ofreció una sentida romanza de Charlotte en Werther (“Va! laisse couler mes larmes”) y una brillante aria de Orlofsky, del Fledermaus, donde la voz sonó plena e ideal. Cerró el concierto con las dos famosas arias de Carmen, una Seguidilla a dúo con un ruidoso y molesto helicóptero que pasaba por ahí para acabar con una elegante Habanera.

La acompañó la pianista Anna Crexells que tuvo que lidiar con la ardua tarea de interpretar al piano, nada más y nada menos, que las oberturas de Le nozze di Figaro, Il barbiere di Siviglia y Carmen. Las transcripciones pianísticas de estas obras orquestales acostumbran a ser una trampa, que en ningún caso conseguirán hacer olvidar los originales orquestales y que, además, se encontrarán con un infierno en la digitación. Todo esto lo sufrió la pianista catalana quien, por otro lado, acompañó con su habitual eficiencia a la cantante, ofreciendo incluso, y a pesar de las condiciones acústicas, momentos de bello sonido.

El remate del concierto fue brillante por parte de ambas intérpretes con la hilarante “Sexy Lady” que Ben Moore escribió para Susan Graham, donde Alàs reivindicó el derecho de las mezzos para quitarse, de tanto en tanto, los pantalones e interpretar papeles marcadamente femeninos. Lo cantó e interpretó con tanta gracia y carisma que solo cabe decir: derecho concedido.