CRÍTICAS
NACIONAL
Anhelos y desdichas amorosas
Madrid
Centro Nacional de Difusión Musical
Recital BEJUN MEHTA
XXVII Ciclo de 'Lied'
Obras de Wolfgang-Amadeus Mozart, Ludwig van Beethoven, Benjamin Britten, Gustav Mahler y Franz Joseph Haydn. Jonathan Ware, piano. Teatro de La Zarzuela, 15 de marzo de 2021.
Bien conocido por el público español por sus recitales y sus apariciones operísticas, Bejun Mehta debutó en el Ciclo de Lied del Teatro de La Zarzuela con un recital variado, en el que el Lied propiamente dicho, tan difícil de imaginar en la voz contratenoril, alternaba con un aria de gran virtuosismo y la maravillosa escena que Haydn dedicó a Ariadna en Naxos, y que tantos en la sala recordarían cantada por Teresa Berganza.
En el centro, la emocionante «My beloved is Mine and I am his» (con mayúscula en «Mine»), que Britten escribió para Peter Pears, una declaración de amor que Mehta abordó desde dentro, con toda la intimidad posible, enfatizando los matices, las pausas y los acentos y llegando a rozar, sin caer en ella, la cursilería. Aún más cerca de ella se estuvo cuando el excelente pianista Jonathan Ware –estupendo en la escena de Haydn– tocó, inmediatamente después, una adaptación para piano del célebre adagietto de la Sinfonía Nº 5 de Mahler, el mismo que Visconti utilizó para su Muerte en Venecia, adaptación de la novela de Mann sobre la cual Britten compuso una ópera, representada hace no mucho tiempo en el Teatro Real.
Inmediatamente antes de Britten y sus finas licencias líricas, había llegado otra de Beethoven, el ciclo An die ferne Geliebte (A la amada lejana), uno de los más importantes e influyentes de la historia del Lied, que con su escritura aparentemente improvisada, de una absoluta libertad, requiere del intérprete un dominio total de la respiración, las dinámicas, la línea de canto y la media voz hasta llegar a la palabra hablada y al susurro. Mehta lo abordó con sencillez, casi con humildad, y así logró evocar esa peculiar nostalgia, un poco rousseauniana, de las desdichas del imposible amor primero que Beethoven expresó en estas muy hermosas miniaturas.
El pianista, otra vez con un papel relevante, logró por su parte transmitir algo de la calidez que a pesar de su extensión y su fabuloso dominio técnico sigue faltando en el contratenor. Mehta había abierto el recital con una pieza de las de gran exhibición, la sublime «Ombra felice!… Io ti lascio» escrita por Mozart para castrado, en la que se volvió a encontrar al gran virtuoso, esta vez al servicio de la intensidad teatral en la expresión de los sentimientos. Otra clase de esfuerzo realizó en la más interiorizada Ariadna de Haydn, tan compleja en la traducción de los sentimientos de una mujer abandonada, de raíz ovidiana y expresión noble y contenida, a pesar de todo. Un gran recital dedicado, como se ve, a la expresión del sentimiento amoroso desde muy diversas perspectivas. Bejun Mehta lo bordó, con gran aplauso del público.
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