Amor en mayúsculas para 'Roméo et Juliette'

Zúrich

13 / 04 / 2023 - Albert GARRIGA - Tiempo de lectura: 4 min

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Roméo Zürich Benjamin Benheim como Roméo © Opernhaus Zürich / Herwig PRAMMER
Roméo Zürich Una escena de 'Roméo et Juliette' en Zúrich © Opernhaus Zürich / Herwig PRAMMER
Roméo Zürich Julie Fuchs y Benjamin Bernheim como Roméo y Juliette © Opernhaus Zürich / Herwig PRAMMER

Opernhaus Zürich

Gounod: ROMÉO ET JULIETTE

Nueva producción

Julie Fuchs, Benjamin Bernheim, Brent Michael Smith, David Soar, Yuriy Hadzetskyy, Svetlina Stoyanova, Omer Kobiljak, Katia Ledoux, Valeriy Murga, Andrew Moore, Jungrae Noah Kim, Maximilian Lawrie. Dirección musical: Roberto Forés Veses. Dirección de escena: Ted Huffman. 10 de abril de 2023.

Había gran expectación ante la nueva producción de Roméo et Juliette en la Opernhaus de Zúrich, que retransmitió en streaming su estreno en Arte.tv. Y no era para menos, reuniendo sobre el escenario a una pareja de ensueño, Benjamin Bernheim y Julie Fuchs, ambos crecidos artísticamente en el escenario suizo. Si el tenor francés ya ha paseado sus artes en el repertorio galo, al que es muy afín, por vocalidad y estilo, la soprano de su misma nacionalidad debutaba en el papel. Y a pesar de un inicio irregular, con desajustes en la afinación y algún agudo inestable, consiguió centrarse en los dúos, haciendo su intervención de menos a más, a pesar de la página “Amour, ranime mon courage”, asumida con cierta superficialidad y exenta de la fuerza dramático-musical requerida. Los cuatro dúos fueron puro prodigio, porque Fuchs es una artista en mayúsculas: habrá que ver cómo evoluciona su Julieta.

Bernheim, criado en Ginebra y formado en Lausana, dejó constancia de por qué es hoy el Roméo de referencia. Su ductilidad, su elegante fraseo, la musicalidad, el squillo —sin abusar— en el agudo, y las mezze di voce convirtieron sus intervenciones en algo extraordinario. Pero al igual que su compatriota, se creció, hasta lo sublime en los dúos, —¡qué maravilla la escena del balcón!— “Adieu mille fois!… Et murmurant encor: Je t’aime” o en el conclusivo “Salut! Tombeau sombre et silencieux” . Y es que a sus treinta y tantos años ambos se encuentran en el momento ideal para asumir estos personajes a nivel vocal y por madurez interpretativa.

"La ductilidad de Benjamin Bernheim, su elegante fraseo, la musicalidad, el 'squillo' —sin abusar— en el agudo, y las 'mezze di voce' convirtieron sus intervenciones en algo extraordinario"

Se configuró también un sólido reparto, en el que sobresalió la mezzosoprano búlgara Svetlina Stoyanova que arrancó el entusiasmo del público en su página “Que fais-tu, blanche tourterelle”. Muy sólido también el tenor lírico-ligero Omer Kobiljak como Tybalt, con una proyección y técnica que le aseguraron la mejor prestación. Por su parte, el joven bajo norteamericano Brent Michael Smith salido del Opera Studio de Zúrich y hoy parte del Ensemble, está acometiendo roles de mayor enjundia, para felicidad de todos, demostrando su buen hacer como Frère Laurent. También David Soar fue un convincente Capulet, a pesar de una tendencia a engolar el registro agudo y Yuriy Hadzetskyy fue un entregado Mercutio. Magnífica también la Gertrud de la mezzosoprano francesa Katia Ledoux.

La producción del minimalista regista norteamericano Ted Huffman —felizmente recordado por una emotiva Butterfly (Zúrich) o de su más reciente Incoronazione (Aix-en-Provence), a pesar de una insustancial Girl with a Pearl Earring– se centró en la relación de los protagonistas, con un movimiento y trabajo de actores excelente. Huffman ahonda en cada detalle, cada gesto y no necesita de artificiosidades para conmover con el drama de ese amor de juventud que no llega a perpetuarse. Los dúos eran pura magia. Sin balcón, tres paredes —donde la posterior va lentamente acercándose, hasta la cripta— y una veintena de sillas fueron lo único que necesitó para narrar el drama de los protagonistas situados en una puesta de largo de los años 1960. Donde quizá la producción quedó más coja fue en lo referente al enfrentamiento de ambas familias, en los momentos de conjunto, poco claros y algo superficiales.

El director valenciano Roberto Forés Veses supo llevar a buen puerto la partitura de Gounod contando con la complicidad de la Philarmonia Zürich;, el maestro sobresalió por su delicadeza y esmero, creando la atmósfera necesaria en cada escena y haciendo olvidar el —en pocas ocasiones— desequilibrio decibélico en el foso zuriqués.  * Albert GARRIGA, corresponsal en Zúrich de ÓPERA ACTUAL