CRÍTICAS
NACIONAL
Alegret y Guinovart, costumbrismo catalán
Barcelona
Palau de la Música Catalana
Recital DAVID ALEGRET
125º aniversario del nacimiento de Eduard Toldrà
Obras de Eduard Toldrà, Alicia de Larrocha y Albert Guinovart. David Alegret, tenor. Albert Guinovart, piano. Petit Palau de la Música Catalana, 4 de febrero de 2020.
De tanto en tanto está bien salir de lo que a muchos gusta llamar zona de confort y prestar un poco más de atención a aquellos que, por suerte o por desgracia, ocupan pies de página en la historia de la música, como es el caso de Eduard Toldrà (Vilanova i la Geltrú, 1895 – Barcelona, 1962). El Palau de la Música Catalana, siguiendo una de sus directrices principales que marca la reivindicación del patrimonio cultural local, programó un recital en su sala anexa, el Petit Palau, para redescubrir la figura de un compositor de la que este año se cumplen 125º aniversario de nacimiento dentro de la programación del ciclo Intèrprets Catalans. Se contó para ello con el tenor David Alegret como encargado de poner voz a poemas de Joan Maragall, Josep Carner, Tomàs Garcés o Josep Maria de Sagarra, entre otros, y con un virtuoso Albert Guinovart al piano.
La fórmula, puramente patria, se saldó con un exitoso binomio, el de Guinovart y Alegret, capaz de trasladar a todo un auditorio a un pasado tan costumbrista y propio como lo fue la Renaixença catalana. Las composiciones de Toldrà, por su sencillez y simpatía, evocaban con facilidad el sonido de la primavera, el mar o el campo. Piezas que se iban intercalando con alguna que otra partitura de cariz más melancólico, como Canticel o Cançó inçerta.
Abordar un repertorio íntegramente en catalán no resultó demasiado complicado para Alegret, reconocido intérprete de recital y asiduo a esta clase de partituras. Un tenor, además, de tesitura ligera y acostumbrado a abordar a Mozart y Rossini, que se movió sin problemas por estas seleccionadas obras de Toldrà; el cantante barcelonés, con una correcta expresividad y afinación, se permitió incluso jugar algo más con la cuerda en obras más complicadas, como Cançó de comiat, de la que regaló un bis al final de la velada. Le costó, eso sí, encajar algún que otro agudo y acortó varios graves finales, pero siempre con una gran musicalidad y dominio escénico y poder de comunicación. Albert Guinovart, por su parte, demostró una complicidad latente con la voz de Alegret; el pianista se volcó en las partituras de Toldrà, sobre todo en las dos piezas que interpretó solo frente al teclado, composiciones que, junto al T’estim de Manuel Forcano, firmaba el propio Guinovart. Como dato curioso, se incluyó una pieza compuesta por la gran y recordada Alícia de Larrocha sobre un poema de Josep Carner.