CRÍTICAS
INTERNACIONAL
Aix-en-Provence: Mucho ruido y pocas luces para Mahagonny
Festival de Aix-en-Provence
Weill: AUFSTIEG UND FALL DER STADT MAHAGONNY
Nueva producción
Karita Mattila, Alan Oke, Willard White, Annette Dasch, Nikolai Schukoff, Sean Panikkar, Thomsa Oliemans, Peixin Chen. Dirección: Esa-Pekka Salonen. Dirección de escena: Ivo van Hove. 11 de julio de 2019.
Auge y caída de la ciudad de Mahagonny es una de las óperas fundamentales del siglo XX, fruto de la colaboración entre el compositor Kurt Weill y el dramaturgo Bertolt Brecht. La obra -cuya célebre «Alabama Song» despertó el interés de estrellas del pop-rock-metal como David Bowie, The Doors, Marilyn Manson o Nina Hagen- fue menospreciada y considerada por los nazis como Entartete Musik (música degenerada); destaca por su texto crítico y satírico, y por una música que conjuga el ragtime y el jazz con una orquestación sinfónica y melodías de gran lirismo, una confluencia de estilos que seduce al espectador junto al humor negro y mordaz de su texto.
Para esta nueva producción en Aix-en-Provence se apostó por el solicitado director de escena Ivo van Hove y, en el foso, la Philharmonia Orchestra bajo la dirección de Esa-Pekka Salonen, y ambos sacaron la artillería pesada, tanto musical como escénicamente.
Salonen supo llevar a muy buen puerto esa mezcolanza estilística que es Mahagonny e imprimir la garra que la partitura de Weill reclama y navegar exitosamente entre las diferentes escenas, consiguiendo un resultado superlativo. El coro Pygmalion resultó una maravilla confirmando el altísimo nivel que ya habían demostrado en el Réquiem de Mozart.
La nueva producción firmada del festival por van Hove en colaboración con las óperas de Ámsterdam, Amberes, Luxemburg y el Met neoyorquino resultó algo sobrepasada en recursos visuales, cansando al espectador por el exceso de impactos en la retina. Todo ello no ayudó ni aportó nada para el acercamiento del público al gran texto de Brecht y la genial música de Weill.
Tampoco ayudó una acústica deficiente, quizás también por el propio montaje escénico, que dejó en segundo plano la proyección vocal de los protagonistas.
Leokadja, la viuda Begbick, es un papel para una cantante madura basado en una composición de Sprechgesang y en el cual deben imperar las tablas escénicas: Karita Mattilla estaba en ese momento vocal ideal para este tipo de personajes sin que suene histriónica, pero sí adecuadamente intensa. Alan Oke (Fatty) y Willard White (Moses) completaron el trío protagonista con gran sapiencia teatral y con grandes dosis satíricas. Annette Dasch hizo una Jenny Hill de mucho empaque y de calado escénico. Seguramente, su mejor momento fue la escena final. Pero quien realmente destacó por encima de todos fue el tenor austriaco Nikolai Schukoff (Jim Mahoney) quien supo llevar a buen puerto el difícil rol.
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