'Aida' enamora en Galicia

A Coruña

15 / 09 / 2023 - José Luis JIMÉNEZ - Tiempo de lectura: 3 min

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aida aaoc Una escena de la 'Aida' inaugural en A Coruña © AAOC / Alfonso REGO
aida aaoc Una escena de la 'Aida' inaugural en A Coruña © AAOC / Alfonso REGO
aida aaoc Una escena de la 'Aida' inaugural en A Coruña © AAOC / Alfonso REGO

Amigos de la Ópera de A Coruña

Verdi: AIDA

Inauguración de la temporada

Marigona Qerkezi, Nino Surguladze, Jorge Puerta, Carlos Almaguer, Simón Orfila, Giacomo Prestia, Francisco Pardo, Lucía Iglesias. Orquesta Sinfónica de Galicia. Coro Gaos. Dirección musical: José Miguel Pérez-Sierra. Direcció de escena: Daniele Piscopo. Palacio de la Ópera, 14 de septiembre de 2023.

Casi 40 años llevaba sin representarse Aida en A Coruña, que se dice pronto. Esto, sumado a que los Amigos recuperaban para su representación el Palacio de la Ópera de la ciudad, tras demasiadas temporadas de exilio administrativo, fue la combinación perfecta para generar un enorme entusiasmo entre la afición local, que llenó la función de estreno y, previsiblemente, hará lo propio en la segunda y última representación. Los títulos del gran repertorio siguen teniendo tirón, pese a quien pese, e incluso con producciones tan sencillas como la vista aquí, procedente de la temporada grancanaria de Amigos Canarios de la Ópera. La propuesta de Daniele Piscopo es funcional, sin pretensiones ni elefantes, con un vestuario de época muy sencillo a cargo de Claudio Martín. Paneles movibles que reducen la escena, un fondo retroiluminado, un puñado de motivos egipcios a modo de telones pintados y una dirección escénica entre lo clásico y lo vintage. Por momentos resultó una escenografía bastante estática, pétrea. Cosas peores se han visto en A Coruña, que se han aceptado si, a cambio, permitían a los intérpretes cantar con soltura. Este fue el caso.

La protagonista absoluta de la velada fue Marigona Qerkezi: la soprano croata debutaba el rol de Aida a sus 30 años, y las impresiones fueron prometedoras. Con una intensidad creciente conforme transcurría la función, Qerkezi exhibió un instrumento bien timbrado, con una notable presencia vocal y exuberancia de medios. Su «Oh, Patria mia» mostró su canto spianato y en el dúo final con Radamés lució unas hermosas medias voces. La soprano aterriza en el Verdi más dramático procedente de papeles más líricos y belcantistas. Quizás por ello pueda esperarse que el instrumento gane cuerpo con los años, lo que sumado a un mayor conocimiento del rol, regalará grandes noches encarnando a la esclava etíope. Hay margen para incorporar matices y una pizca de abandono y elegía en el canto. Pero este primer acercamiento es, sin duda, muy positivo.

"La protagonista absoluta de la velada fue Marigona Qerkezi. La soprano croata debutaba el rol de Aida a sus treinta años, y las impresiones fueron prometedoras"

Del Radamés de Jorge Puerta hay que decir, principalmente, que estuvo bien cantado; el tenor venezolano, puramente lírico, delineó un protagonista interpretado con mucho gusto. El timbre es cálido, y mantiene su color en toda su extensión, con un agudo brillante y un centro carnoso. Su fraseo fue cuidado y salió airoso del examen del «Celeste Aida» luciendo una sólida técnica. Se echó en falta, quizás, una mayor proyección de la voz, lo que impidió imprimirle al personaje la pátina heroica que de él se espera. Pero esto no desluce su notable desempeño.

Entre los secundarios destacó el Amonasro de Carlos Almaguer; el barítono mexicano mostró que la veteranía es un grado, y con apenas unas pocas frases acreditó su autoridad en el canto verdiano. Poderoso en todas sus intervenciones, regaló un puñado de buenas frases y construyó una escena de gran dramatismo en su dúo con Aida del tercer acto. La Amneris de Nino Surguladze fue convincente en lo interpretativo aunque algo menos en lo canoro. Simón Orfila y Giacomo Prestia sacaron adelante sin complicaciones sus respectivos Ramfis y Rey de Egipto: dos bajos de sobradas garantías que se escucharon sin complicaciones en la siempre compleja sala del Palacio de la Ópera. Suficientes los comprimarios Francisco Pardo y Lucia Iglesias.

Esta era la segunda vez que José Miguel Pérez-Sierra dirigía Aida, tras debutarla precisamente, con esta misma producción, en Las Palmas de Gran Canaria el pasado mes de marzo, cuando se estrenó el montaje. Su batuta fue muy correcta y supo aprovechar las amplias prestaciones de la Orquesta Sinfónica de Galicia. Los tempi, en términos generales, fueron ágiles y vibrantes, y en algún momento se habría agradecido un pequeño oasis de calma para dar mayor expresividad a los cantantes. Los ballets corrieron a cargo de la coreógrafa Mercedes Suárez y se sumaron a la funcionalidad de la producción. El Coro Gaos tampoco desentonó de un conjunto que, en general, gustó mucho al público. Tenía, desde luego, motivos para celebrar una noche de ópera muy disfrutable. Que no vuelvan a pasar otros 40 años. Y puestos a pedir, que sea en un nuevo auditorio que resuelva las carencias de un Palacio de la Ópera que ha envejecido y enfermado demasiado pronto.  * José Luis JIMÉNEZ, corresponsal en A Coruña de ÓPERA ACTUAL