CRÍTICAS
INTERNACIONAL
Acción y espiritualidad con Paul Claudel
Nantes
Angers-Nantes Opéra
Philippe Leroux: L’ANNONCE FAITE A MARIE
Estreno absoluto
Raphaëlle Kennedy, Sophia Burgos, Els Janssens Vanmunster, Marc Scoffoni, Charles Rice, Vincent Bouchot. Ensemble Cairn. Dirección musical: Guillaume Bourgogne. Dirección de escena: Céline Pauthe. 11 de octubre de 2022.
La Ópera de Angers-Nantes presentó L’annonce faite à Marie, un estreno absoluto basado en la pieza homónima de Paul Claudel. Es esta la primera ópera de Philippe Leroux, fecundo autor musical, hechizado esta vez por el ambiente lírico-dramático de la historia como lo fueron los siete autores líricos –entre ellos Darius Milhaud– interesados ya por esta obra en el pasado, productores de otras tantas versiones de la misma. La trama se sitúa en una Edad Media convencional y se desarrolla en el seno de una familia con dos hijas. Con el paso del tiempo, al filo de los diálogos, se suceden y se mezclan el amor paterno y el materno –que en este caso no son el mismo–, celos fraternos, amores de juventud y proyectos personales para desembocar en una situación desastrosa y en un milagro –la resurrección de Aubaine, un bebé– sobrevenido la noche de Navidad. La obra se concluye con la recitación de un Angelus, el himno cristiano que celebra el anuncio a María de su próxima e insólita maternidad.
El libreto de Raphaëlle Fleury respetó el texto original con los inevitables tijeretazos y alguna que otra morcilla de seguro a petición del compositor, para dar fe de las dificultades psicológicas de los personajes en momentos precisos del drama. La libretista propuso un texto curioso que mandó recitar al propio Claudel, gracias a un trabajo de técnica electrónica que reproducía la voz del maestro.
El canto expresaba el estado anímico, en general muy excitado, de los personajes. Ello obligaba a los cantantes a adoptar cadencias rápidas en merma de la comprensión del texto. La orquesta –10 músicos– y la electrónica hicieron gala de una moderación sonora apreciable: el foso se limitó a acompañar a las voces hasta el punto de llegar a desaparecer casi por completo, excepto en los momentos sinfónicos. Guillaume Bourgogne dirigió con tino y ciencia dando prioridad a los artistas en escena. La parte vocal, hablada en los momentos cruciales de la lúgubre historia, se situó casi por completo en el agudo en forte no siempre agradable al oído, y utilizó con frecuencia el recitativo cantado, próximo (y alejado también) del Sperchgesang alemán, en total muy acorde con lo que iba sucediendo en el escenario.
Facilitó el trabajo actoral de los artistas la simplicidad espartana de la puesta en escena de Célie Pauthe, con una escenografía llana (en apariencia) de Guillaume Delaveau.
Si bien por la longitud de su rol Raphaëlle Kennedy (Violane) se llevó la palma de la velada con justicia, el público no olvidó los pasajes intensos del trabajo de la mezzo Sophia Burgos (Mara), de enorme fuerza dramática. La voz templada, de suave timbre y clara expresión de Els Janssens Vanmunster (Elisabeth) no fue juzgada a su justo valor sin duda por la brevedad de sus intervenciones. Marc Scoffoni (El padre), Charles Rice (Jacques, pretendiente de Violane y marido de Mara luego) y Vincent Bouchot (Pierre, el leproso catalizador de la tragedia) cumplieron en sus cometidos vocales y dramáticos. * Jaume ESTAPÀ, crítico de ÓPERA ACTUAL