A Coruña: Un Verdi majestuoso

29 / 09 / 2019 - José Luis JIMÉNEZ - Tiempo de lectura: 3 min

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Aplausos finales del 'Don Carlo' coruñés de la temporada pasada © Amigos de la Ópera de A Coruña
Angela Meade © IMG Artists
Ferruccio Furlanetto fue un noble Filippo II © Igor SAHA
© The Royal Opera House

Programación Lírica A Coruña

Verdi: DON CARLO

Versión de concierto

Francesco Pio Galasso, Angela Meade, Carlos Álvarez, Elena Zhidkova, Ferruccio Furlanetto, Luiz-Ottavio Faria, Jeroboam Tejera, María Lueiro, Carmenchu Domínguez, Enrique Alberto Martínez. Orquesta Sinfónica de Galicia. Banda Municipal de A Coruña. Coro Gaos. Dirección: Kamal Khan. Teatro Colón, 28 de septiembre de 2019.

Los Amigos de la Ópera de A Coruña dedicaban el último título de la Programación Lírica de este año a la soprano Montserrat Caballé a un año de su muerte, pero posteriormente añadieron un recuerdo para el tenor Francisco Casanova, fallecido el 25 de septiembre y que participó en varias ediciones de los festivales de verano de la Asociación coruñesa. La foto de una y otro presidieron alternativamente el escenario del Teatro Colón durante este Don Carlo sencillamente majestuoso en una versión de concierto que no añoró en modo alguno una propuesta escénica, principalmente por la implicación de los intérpretes a la hora de dramatizar sus personajes y hacer creíble su texto. El mejor homenaje imaginable para la diva española y el tenor dominicano.

Casi habría que empezar por la dirección de Kamal Khan, verdiana y pura, en todo momento intensa, con nervio, sin caídas en la tensión dramática, acompañando a los cantantes y con la dificultad añadida de acompasarse a un coro que se ubicó para el Acto de Fe en los palcos de primer piso del Colón. Bajo su guía, la Sinfónica de Galicia ofreció su habitual buen hacer, desplegándose con maestría en la partitura verdiana. El mejor ejemplo fue el preludio al «Tu, che le vanità», un precioso juego de contrastes vivos con pasajes más íntimos. La batuta fue una de las claves que explican la gran noche de ópera vivida, y el sustrato sobre el que crecieron interpretaciones de un altísimo nivel. Del Coro Gaos hay que reconocer su incondicional entrega y buen hacer, aunque se echó de menos más fuste en las voces para un título tan exigente.

"Angela Meade es una de las grandes sopranos de hoy, y en cada ocasión que A Coruña cuenta con ella lo demuestra. Una Elisabetta regia y aristocrática. Un lujo"

Angela Meade se estrenaba como Elisabetta, y tras escucharla la pregunta es qué gran teatro será el primero en confiarle el rol. Sonido siempre homogéneo en toda la extensión, carnoso y redondo, apoyado en una emisión perfectamente controlada, lo que le permite atacar notas en media voz como esa «Francia…» añorada de su gran aria del último acto, o sostener un agudo hasta el infinito (como solía hacer la Caballé) con un crescendo en la frase final de la ópera para delirio del público. Meade es una de las grandes sopranos de nuestro tiempo, y en cada ocasión que A Coruña cuenta con ella lo demuestra. Una Elisabetta regia y aristocrática. Un lujo.

Carlos Álvarez impartió una lección de canto verdiano desde su primera frase sobre el escenario; no es solo la nobleza en la línea de canto, es también el color que le imprime a cada frase. Un Rodrigo de una robustez y elegancia inmaculadas, coronado con «Per me giunto» braveado con desenfreno por el público que llenaba el Colón. Y en tercer lugar, Furlanetto: su Filippo crecía conforme transcurría la ópera, hasta un «Ella giammai m’amò» que interpretó postrado en una desnuda silla, imprimiéndole patetismo y vulnerabilidad al poderoso rey. Durante el resto de la función, el veterano bajo se sirvió de un saber decir imperial, un declamado autoritario que retrataba a la perfección a su personaje, por momentos algo vocalmente envejecido pero de poderosísimo sonido. El dúo de bajo y barítono encendió al público.

Era difícil encontrar un Inquisidor de garantías para dar la réplica a Furlanetto. Luiz-Ottavio Faria cumplió su cometido con plenas garantías, sonoro y rotundo en su interpretación. De Elena Zhidkova como Éboli destacó la elegancia de su canto, quizás excesiva para un rol que agradece ese punto de maldad que justifica sus acciones; sin problemas en centro y grave, y suficiente en el agudo. Una pizca más de brillo arriba le habría granjeado un éxito arrebatador en sus dos grandes páginas. Aun así, la suya fue una interpretación notable.

Quizás el eslabón más débil acabó siendo el Carlo de Francesco Pio Galasso, que compensó con su arrojo interpretativo un agudo inseguro y una lectura del rol bastante plana. Aun así, en modo alguno deslució una sensacional velada en la que incluso los comprimarios estuvieron a un gran nivel, como el Monje (muy bien cantado) de Jeroboam Tejera o el brillante Tebaldo de la jovencísima María Lueiro. En definitiva, una de esas noches que forjan la reputación de los Amigos de la Ópera de A Coruña como unos sobresalientes programadores.